29 abril 2013

Los engaños del nacionalcatolicismo rampante

La comparecencia de la vicepresidenta y los responsables económicos del Gobierno el viernes a la salida del Consejo de Ministros vino a certificar la renuncia absoluta del Ejecutivo a combatir las urgencias que tenemos planteadas. En realidad, ellos sabían antes de llegar al Gobierno que no iban a poder atajar la hemorragia. Es más, tengo el convencimiento de que les traía al pairo cómo fuera a evolucionar el paro y la economía en España. ¿Alguien puede creer que en noviembre de 2011 esta gente pensara que con unos polvitos mágicos y el irresistible poder de persuasión de Rajoy y Montoro esto se iba a resolver en un plis-plas? Sabían ellos, mejor que nadie, que no iba a ser así. Gobernaban ya en casi toda España y tenían información de primera mano, tanto de las Administraciones que dirigían como del sistema financiero y de las grandes empresas, tan próximas a los de Bárcenas. No, su voluntad no era afrontar la crisis; su objetivo era aprovechar la debacle para liquidar un modelo de convivencia que creen ya no necesitan. Si hubiera sido lo primero, habrían renunciado a su maximalismo nacionalcatólico para encontrar puntos de consenso en asuntos esenciales, sabiendo que, en este caso sí, la oposición hubiera puesto lo necesario para el entendimiento. Pero no lo querían. Emborrachados de absolutismo parlamentario vieron al alcance de la mano aquello de "cautivo y desarmado el ejército rojo, las tropas nacionales han alcanzado sus últimos objetivos militares". No están dispuestos a renunciar a sus objetivos máximos, así se hunda el país. El resto les importa un bledo. Lo estamos viendo y vamos a verlo mucho más.

Ritratto di Niccolò Machiavelli. Anónimo. Fototeca Zeri
"Los males que nacen con el Estado, cuando se los descubre a tiempo,
lo cual sólo es dado al hombre sagaz, se los cura pronto;
pero ya no hay remedio cuando, por no haberlos advertido,
 se los deja crecer hasta el punto de que todo el mundo los ve."
Nicolás Maquiavelo, El príncipe, 1513


1 comentario:

  1. Hay que ver qué lento pasa el tiempo desde que tocaron poder. Es como si llevaran muchos años en la poltrona. Ya les va quedando menos, espero que no terminen con todo antes de que les echemos.

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