#Camps - Francisco Camps sacó ayer a pasear su lengua por los pasillos de Les Corts Valencianes. Hacía mucho tiempo que no decía esta boca es mía en público, y mucho menos en sede parlamentaria. Va poco y cuando va no habla. Pero ayer era un día especial para Paco. Ayer se cumplían dos años desde su arrasadora última victoria electoral. Dos años que parecen dos siglos... La de cosas que han pasado en este tiempo, y la de cosas que le han pasado a este hombre. Ganó como nunca nadie ha ganado unas elecciones en el País Valenciano y lo festejó en loor de multitudes, con Rita, con Blasco, con los Fabra (Carlos y Alberto), con su Serafín, con Cotino... con tantos y tantos ilustres beneficiados, como debe ser. La ruina ya estaba instalada en nuestra casa pero para el bueno de Paco seguíamos siendo la patria de la prosperidad. Después pasó lo que pasó. Se fue porque lo echaron las circunstancias que él se había empeñado en crear. Y ungió a Alberto Fabra para que le guardara el trono mientras él se ocupaba de las cosas de la cintura, las mangas y el largo de la pernera. Juicio y absolución. No le salió mal, desde luego mejor que a Víctor Campos que tuvo que autoinculparse y ser sancionado por los mismos delitos que a su jefe le salieron gratis. Pero, ¡ay, cuán ingrata es la gente! Con la absolución bajo el brazo, nadie ya quiso saber nada de lo del trono. Tantos amiguitos del alma cultivados con tanto desprendimiento durante años, llamados siempre a la mesa del reparto del padre, tantos como fueron y ninguno le echo una mano para volver al Palau y convocar a la multitud en acto popular de desagravio. No es extraño, pues, que ayer Francisco "Paco" Camps se autoreivindicase y recordara que nadie como él para ganar elecciones. Tres veces, tres, lo hizo, como las tres personas que anidan en su dios. Quizás se decidió a sacar pecho la noche del martes, viendo a Aznar vomitando hiel en la televisión. En fin, si es que no nos los merecemos...
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