29 octubre 2017

Intervención en #PleCastelló del 26-10-2017: debate sobre la reforma de las ordenanzas fiscales

Intervención en el Pleno municipal de Castelló el 26 de octubre de 2017 con motivo del debate sobre la reforma de las ordenanzas fiscales.

Hace un año comenzaba esta comparecencia haciendo referencia al esfuerzo hecho por el grupo de trabajo para la revisión de las ordenanzas fiscales en la confección de un nuevo andamiaje fiscal para nuestro ayuntamiento. Reitero ese agradecimiento a todos lo grupos políticos. Gracias, sinceramente, por acompañarnos en ese camino también este año y por contribuir al asentamiento de una cultura de la negociación en materia fiscal que debería perdurar en el tiempo.

Por segundo año consecutivo presentamos este paquete de medidas fiscales en un clima de incertidumbre notable. Como hace un año, desconocemos siquiera cuándo se aprobarán los presupuestos del Estado para 2018 y que cambios normativos los acompañarán. Desconocemos sus argumentos básicos y en qué medida afectarán a las cuentas municipales. Desconocemos los escenarios que puedan abrirse ante un eventual agravamiento de la crisis política que sufrimos. Pero, como dijera Lluis Llach hace ya tantos años, "malgrat la boira, cal caminar".  Y aquí traemos ante el pleno municipal nuestra propuesta de reforma de las ordenanzas fiscales para el ejercicio de 2018. 

Permítanme antes dar cuenta de algunos compromisos adquiridos en la comparecencia que hace ahora un año. Nos comprometimos entonces a solicitar al Ministerio de Hacienda la redacción de una nueva ponencia de revisión de valores catastrales. A propuesta de la dirección provincial del Catastro optamos por una vía alternativa que permitiera trasladar a la ciudadanía con mayor rapidez los beneficios fiscales pretendidos. La ley de Presupuestos generales del Estado para 2017 aprobó la aplicación de un coeficiente reductor de los valores catastrales de los inmuebles de la ciudad del 0,91. Esto supone la minoración en 913 millones de euros del padrón de bienes inmuebles. Y más allá del dato puntual conviene saber que esa disminución del valor catastral repercutirá también en otros impuestos, como los de transmisiones, plusvalías o la renta.

Nos comprometimos también a presentar un plan bienal de control tributario y a la creación del Consejo municipal de Inspección. El primero fue aprobado por la JGL el pasado 9 de junio y validado en este pleno ese mismo mes. En él se recogen los compromisos del Pacte del Grau referidos a la justicia tributaria, la suficiencia económica y la lucha contra el fraude a fin de distribuir de forma más equitativa y justa la carga tributaria entre la ciudadanía. El plan fija criterios en la selección de aquellos contribuyentes que serán objeto de las actuaciones inspectoras en los distintos impuestos, la identificación de bolsas de fraude fiscal mediante el estudio de determinadas conductas encaminadas a eludir la debida tributación, la comprobación de los usos declarados en las unidades fiscales sujetas a IBI y la elaboración de planes de inspección sobre la utilización y aprovechamiento del dominio público. El plan está ahora en fase de implementación.

El Consejo municipal de Inspección se creó a finales del mes de julio. En su ADN está el impulso de la colaboración y coordinación administrativa en la implantación de mejoras en la inspección municipal. Y entre sus objetivos destacan coordinar la acción inspectora sobre determinadas zonas o actividades municipales, definir y compartir información de control que resulte transcendente para el resto de áreas representadas en el mismo, impulsar la colaboración interdepartamental en la realización de actuaciones de prevención o control, identificar aquellas actuaciones que se consideren prioritarias y elaborar propuestas de mejora. Un órgano, este, reclamado durante mucho tiempo por los técnicos municipales para impulsar los flujos de información internos que faciliten su trabajo. Nunca se atendió esa demanda. Se trata de una propuesta meramente técnica ya trasladada a gobiernos anteriores sin obtener respuesta; desde un primer momento entendimos su necesidad y promovimos su constitución. Hoy ya es una realidad respecto de la que estamos convencidos ayudará a proyectar los objetivos del Pacte del Grau, especialmente en aquello que hace a la modernización de la administración y a la definición de una relación justa y equitativa del ayuntamiento con la ciudadanía.

De las tareas llevadas a cabo conjuntamente por los distintos partidos con representación en el consistorio en el grupo de trabajo sobre ordenanzas fiscales se derivaron una serie de acuerdos que forman parte de la propuesta de actualización de las ordenanzas que paso a presentar. 

Respecto del IBI, el impuesto sobre bienes inmuebles, vamos a rebajar en torno a 1,3M€ la carga fiscal sobre la ciudadanía respecto a este año. 

En 2018 convergerán dos medidas que proyectarán ese ahorro fiscal hacia las y los contribuyentes. De un lado, la aplicación del ya mencionado coeficiente reductor del valor catastral; y de otro, la rebaja del tipo de gravamen aplicado para obtener la cuota. Uno y otro mitigarán la subida de la base liquidable que todavía viene derivada de la revisión catastral promovida por el gobierno del Partido Popular a finales de los 2000.

La aplicación de las dos variables mencionadas se traduce en una diferencia de recaudación cercana a los 6,9M€ si hubiéramos continuado aplicando el tipo de 2015 y 2016 y no hubiéramos solicitado del ministerio la reducción de los valores catastrales. Y de 3,4M€ respecto a los valores y tipo de gravamen de 2017.

Por lo que hace al IBI urbano, reduciremos el tipo de gravamen general en un 7,7 por ciento, pasando del 0,75 al 0,69. Este es el tipo más bajo de los aplicados por este ayuntamiento en los últimos 14 años. De este modo en el trienio 2016-2018 el tipo de gravamen habrá pasado del 0,79 al 0,69, casi un 12 por ciento menos.

Disminuiremos de nuevo en un 25 por ciento el tipo de gravamen sobre los inmuebles rústicos, situándolo en el 0,60% a fin de compensar la incorporación al padrón de  los inmuebles que por efecto de la aplicación de la Ley 13/2015 pasan de tributar por urbana a tributar por rústica. 

Para este año 2017 ya modificamos el antiguo tipo del 1,07 al actual 0,80. Ahora lo volvemos a hacer, manifestando el compromiso del ayuntamiento con la reconstrucción del cinturón agrícola de la ciudad. De no reducir el tipo el ayuntamiento hubiera recaudado para 2018 casi 1,2M€ más por el IBI rústico.

Los tipos de gravamen de urbana y rústico afectan a la inmensa mayoría de contribuyentes a la hacienda municipal. Así que la reducción en un 7,7 por ciento del primero y en un 25 por ciento del segundo va a incidir en  la reducción del esfuerzo fiscal de la mayor parte de la ciudadanía. Es el caso del 95 por ciento de los inmuebles con usos no residenciales. Para el 5 por ciento restante, aquellos con los valores catastrales más elevados, se ha previsto pasar el tipo del 0,85 al 0,80, con una rebaja del 6 por ciento.

En cuanto a las unidades fiscales del Puerto, BICEs del tipo 4, el tipo pasará del 0,90 al 0,95.

Se han introducido cambios importantes en las bonificaciones a las que autoriza la normativa. Las familias numerosas se podrán beneficiar de las mejoras en los criterios de progresividad. Se calculará esa bonificación teniendo en cuenta tanto el valor catastral del inmueble como los ingresos familiares en relación con el IPREM, favoreciendo en mayor medida la bonificación a las rentas más bajas. Recuerden que esta fue una de las novedades introducidas hace un año; ahora proponemos la ampliación de los tramos de los ingresos de la unidad familiar, pasando de cinco a siete. La máxima bonificación del 90 por 100 correspondería a un inmueble con un valor catastral de hasta 75.000 euros cuyos propietarios tuvieran unos ingresos por debajo del 50 por 100 del IPREM por cada miembro de la unidad familiar.

Se han ampliado también, y de forma muy notable, las bonificaciones de carácter cultural, social o medioambiental. Galerías de arte, librerías, salas de teatro, cine o conciertos y otros inmuebles destinados a la producción o representación cultural, que este año han dispuesto por primera vez de una bonificación del 30 por ciento de la cuota, la verán incrementada hasta el máximo legal del 95 por ciento.

Del mismo modo, aquellos inmuebles que sean objeto de alquiler social a personas con riesgo de exclusión o en proceso de inclusión verán triplicarse la bonificación al pasar del 30 al 90 por ciento. 

La instalación de sistemas para el aprovechamiento térmico o eléctrico de la energía solar destinada al autoconsumo se ve también favorecida en su trato fiscal, con un cambio de escenario importante que atañe a tres ámbitos: se duplica el porcentaje bonificable (pasando del 25 al 50, el máximo legal); se amplia a toda clase de inmuebles, no sólo a los de carácter residencial; y se introducen criterios de progresibidad, teniendo como referencia, como en otras bonificaciones, el valor catastral del inmueble, llegando a bonificar el 50 por ciento del impuesto durante 10 años a aquellos inmuebles cuyo valor catastral sea inferior a 75.000 €.

Todo ello en cuanto al IBI. Respecto del ICIO, el impuesto sobre construcciones, instalaciones y obras, tras la actualización del precio de los módulos el año pasado proponemos ahora la reducción del coeficiente del 3,75 por ciento al 3,5. Y por lo que respecta al impuesto sobre los vehículos de tracción mecánica se proponen cambios técnicos en la redacción de la norma que afecta a los vehículos destinados al transporte de personas con diversidad funcional.

Y ya para terminar, me referiré a los cambios introducidos en la tasa por prestación de servicios de recogida de residuos sólidos urbanos, tratamiento y eliminación de los mismos, la tasa sobre las basuras. La congelación de la tasa que este ejercicio se introdujo para el 40 por ciento de las viviendas con menor valor catastral se extenderá ahora a los dos tramos restantes, así como al resto de unidades fiscales destinadas a almacén, trasteros y resto de actividades económicas. Se estabiliza, pues, la tasa de basuras para 2018 en los mismos valores que en 2017: 92 euros para las viviendas con menor valor, 96 para el segmento intermedio y 101 para las de mayor valor catastral. Y se mantiene, también, la cuota social reducida para familias en riesgo severo de exclusión entre 18 y 20 euros. Sobre esta tasa hiper reducida se amplía el período para su solicitud hasta el primero de junio. El aumento de los costes en el servicio de recogida, transporte y tratamiento de los residuos sólidos, así como la subida del canon de Reciplasa, asciende este año a casi 675.000€ que no serán repercutidos a la ciudadanía, pasando el grado de cobertura de la tasa del 82% de 2017 al 75% para el próximo ejercicio.

Una novedad importante en esta tasa para el próximo ejercicio será la forma de cálculo referido a los inmuebles en los que se ejerza más de una actividad (por ejemplo, los despachos profesionales que comparten un mismo inmueble), al objeto de que se exija una cuota única.

Estas son las propuestas de actualización de las ordenanzas fiscales que presenta el gobierno a la consideración del pleno. Todas ellas fruto del acuerdo de los grupos que respaldamos el Pacte del Grau. Y una buena parte acordadas también con el grupo Popular y Ciudadanos. Esperamos que merezcan su consideración y su respaldo.

Y déjenme terminar agradeciendo muy especialmente, a los empleados y empleadas de la Administración Tributaria Local y del resto de áreas municipales, su generosidad y su profesionalidad. Gracias.



15 octubre 2017

Agua evaporada

Publicado en Levante de Castelló el 15 de octubre de 2017

No digo yo que la rogativa invocada por el obispo López para que llueva no vaya a ayudarnos a combatir la sequía que sufrimos. Si la sed de nuestras tierras fuera cosa que dependiera de la voluntad divina para ser saciada tendríamos en la iniciativa episcopal una interlocución plausible a la que debieran aplicarse los creyentes con devoción. Y, por qué no, también quienes no lo somos, si de hacer fuerza se tratara para que quien tuviera que escuchar las plegarias tome nota y haga lo que tenga que hacer.

No creo, sin embargo, que esté en manos eclesiásticas acabar con la sequía. Más que las rogativas son las políticas públicas las que deben resolver el déficit hídrico que tan críticamente condiciona el desarrollo sostenible de nuestras comarcas. Especialmente en lo que refiere a las tierras del noroeste provincial cedentes a la cuenca del Ebro.

Han pasado ya más de cuatro años desde que se anunciara una inversión de 22,5 millones de euros en infraestructuras hídricas que el Gobierno de España iba a acometer de inmediato para minimizar las restricciones de agua que tan habitualmente padecen los habitantes de Els Ports. Fue el presidente de la Diputación, Javier Moliner, quien hizo público el compromiso gubernamental con la solemnidad que acompaña a tantos anuncios solemnemente incumplidos después. Nos dijeron entonces que estábamos ante una decisión histórica: “Hoy es, sin riesgo a equivocarme, un día histórico para todos nosotros, porque por primera vez podemos decir que va a llegar agua del río Ebro a la provincia de Castellón”, afirmaba Moliner. La Confederación Hidrográfica del Ebro se comprometía a la concesión de 10 hectómetros cúbicos anuales de su cuenca para satisfacer las necesidades de la comarca. Y el Gobierno asumía la construcción de balsas de almacenamiento de agua, pozos de bombeo y canalizaciones para el abastecimiento.

Nada de eso ha prosperado. Las inversiones prometidas aquel día que algunos quisieron reservar para la Historia aún están esperando que alguien las incorpore a los presupuestos del Estado. Ni el agua, ni las balsas, ni los pozos ni las tuberías han llegado a Els Ports. Y este año, como tantos otros, en ese ciclo que se repite invariablemente en nuestro régimen climático, cientos de explotaciones agrícolas y ganaderas, infinidad de diseminados por el territorio y decenas de pueblos vuelven a sufrir graves restricciones en la disponibilidad de un recurso tan esencial como el agua.

No, no es admisible. El cambio climático va a hacer cada vez más acuciante esa situación, es evidente. Y no podemos abandonar a su suerte a quienes tanto contribuyen a preservar nuestro territorio. Esa también es una política en la lucha contra la despoblación de las comarcas del interior de Castelló. Y no la menos importante.

Embalse de María Cristina. Fotografía de Manolo Nebot


05 octubre 2017

Babel, el sueño de unos libreros decentes

Este texto recoge mi intervención en el acto de inauguración de la sede de la la librería Babel en la calle Alcalde Tárrega de Castelló, el 3 de abril de 1998. En 2017 Babel cumple 25 años al servicio de la sociedad castellonense.

Buenas tardes:

No voy a ser original en la apertura de esta charla. Me siento muy satisfecho de participar en el acto inaugural del FORO-BABEL. Es evidente que no concurren en mí méritos suficientes para compartir tribuna con el Rector Romero en un acto de este tipo.

Sin duda, la amistad que desde hace más de 15 años me une con Pere Duch y Lledó Beltrán ha tenido algo que ver en mi intervención aquí esta tarde-noche. 15 años en los que, con asombro siempre desbordado, he sido testigo de su extraordinaria fuerza creadora, de su capacidad para aunar voluntades e impulsar proyectos que conjugaran empresa y cultura. Vocacionales empresarios culturales, han entendido siempre la promoción de la cultura desde el irrenunciable compromiso con su sociedad y su tiempo. Y así ha sido: desde aquella pequeña Tres i Ratlla de la calle Carcaixent hasta la nueva Babel inaugurada durante esta semana.

Se arriesgaron en 1986 cuando abrieron la entrañable Faristol. Sufrieron el acoso de cierta derecha irredenta por la afrenta que suponía ofrecer a sus clientes sólo libros en catalán. Supieron avanzar y en 1992 se embarcaron, haciéndose rodear de un buen grupo de amigos, en la aventura que suponía Babel. Seis años después nos ofrecen esta maravillosa tienda de cultura. Mucho trabajo, enormes dosis de creatividad y una inteligente comprensión del papel y el lugar del librero en la sociedad explican esta trayectoria. FORO-BABEL constituye, probablemente, la esencia, el fruto licuado de lo que Pere y Lledó entienden debe ofrecer una librería en los albores del siglo XXI: un espacio cultural de reflexión e intercambio, un lugar de comunicación y tolerancia. Y no les falta razón.

Vivimos en un momento de crisis. Crisis en la concepción gramsciana del término: un período de quiebra de referentes en el que agoniza lo viejo sin que lo nuevo acierte a definir sus trazas esenciales. Quienes creemos en la igualdad y en la justicia social, en el progreso de los pueblos, en la capacidad de los hombres y las mujeres para construir su futuro hemos visto en pocos años cómo se tambaleaban certezas consideradas irrefutables. 

En este magma crítico si hay un elemento que nos dibuja, siquiera sea difusamente, los caracteres de la sociedad emergente es INTERNET. La red de redes es el símbolo del mundo globalizado, de un mercado mundial en el que el capital financiero, ajeno al control del poder político, avanza a la velocidad de la luz. Joaquín Estefanía dice que “es la simbolización más ortodoxa, con los mercados financieros, del capitalismo del siglo XXI. Del poscapitalismo.” Bien, pero Internet es también un potentísimo instrumento de comunicación transcultural, una ventana abierta a ingentes recursos culturales, una potencial palanca de transformación y democratización de nuestras sociedades, un paso adelante en el necesario cese de nuestra suicida agresión al entorno natural: depende de que en ello trabajemos quienes creemos en el progreso hacia una sociedad razonable; de lo contrario, es cierto, esa misma potencia, esa fuerza puede ser dirigida a aniquilar la disidencia o eliminar la diferencia.

Libreros y libreras, claro está, no son ajenos a esta realidad. Necesitan, necesitamos todos que redefinan su papel como agentes culturales activos, como dinamizadores de su entorno social. El librero es un trabajador-empresario de la cultura, un animador, un hacedor de cultura: ya no sirve el librero intermediario entre el lector y el editor. Si, como es legítimo, aspira a hacer competitiva su empresa, a maximizar sus beneficios, a responder acertadamente a los muchos retos que ha de afrontar deberá cualificar su oferta, convertir su local comercial en un espacio dinámico en torno a la cultura libraria. Y en ese proceso, inevitablemente, habrá de tomar conciencia del lugar que ocupa en las enormes transformaciones que están experimentando las industrias culturales y de la comunicación.

Hoy la telemática nos permite acceder a servicios de libros en venta con cientos de miles, millones de títulos en catálogo: un simple “click”, un número de tarjeta de crédito y podemos comprar cuanto nos interese sin salir de casa o desde nuestro puesto de trabajo. Servidores como Amazon o BookWire ponen a nuestro alcance millones de monografías y un sinfín de servicios complementarios. Hay cientos de revistas especializadas editadas electrónicamente y millones de datos, informes y escritos médicos, biográficos, históricos, sociológicos o químicos a la espera de que los carguemos en nuestro ordenador. Un número en expansión geométrica de obras de referencia son accesibles vía Internet: diccionarios, enciclopedias, anuarios... Miles de periódicos diarios nos ofrecen ya su edición electrónica. Ni siquiera los clásicos del pensamiento y de la cultura se escapan de este proceso de digitalización masiva: obras de Marx, Engels, Shakespeare, Cervantes, Cicerón, Tomás de Aquino... están en el dominio público cibernético.

Cuando a finales del siglo pasado dos bibliógrafos belgas, Paul Otlet y Henry Lafontaine, lanzaron la idea de una biblioteca universal difícilmente podían imaginar lo que hoy tenemos a nuestro alcance.
Hemos inventado vehículos más rápidos, eficaces y baratos de transmitir el saber. La velocidad del desarrollo científico-técnico actual convierte en obsoletas las publicaciones científicas tradicionales antes de salir a la luz. Los investigadores médicos, bioquímicos, físicos... disponen ya de canales para transmitir a la comunidad científica mundial, en tiempo real, el curso de sus actuaciones. Y, sin duda, de una forma mucho más económica. Estoy convencido que las especies amenazadas de los bosques amazónicos, indonesios, siberianos o subsaharianos nos agradecerán que hayamos encontrado soportes documentales mucho menos agresivos con ellas que el papel.

El libro impreso no desaparecerá en nuestro horizonte generacional. Al menos así lo deseo. Es, sin duda, uno de los más identificativos símbolos de nuestro acervo cultural, de nuestra forma de ver y entender el mundo. Pero no debemos caer en el fetichismo, en la sacralización de un instrumento que nos resulta tan próximo. Durante milenios prosperaron grandes civilizaciones que desconocían el papel y la imprenta. Hace menos de dos mil años que empezó a utilizarse un soporte escriptóreo similar al papel en la China y menos de 900 de su introducción en Occidente; y no fue hasta hace poco más de 550 años cuando saliera del taller de Gutemberg el primer libro impreso.

Desde entonces la cultura impresa se expandió lenta pero inexorablemente, arrinconando formas de transmisión oral. Ahora puede ocurrir que el libro impreso sea víctima de las nuevas circunstancias históricas. El desarrollo del audiovisual dió el pistoletazo de salida de un proceso que no conviene dramatizar. El libro es vehículo de libertad, es cierto. Pero no seamos olvidadizos: con tinta negra sobre papel blanco publicó Hitler su Mein Kampf; negro sobre blanco estudiaron generaciones de españoles que el rojo Azaña era un demonio; negro sobre blanco plasmaron en sus códigos legales los blancos surafricanos la insultante discriminación de la mayoría negra.

Aquí, en este Foro vamos a disfrutar de una apasionante programación cultural: presentaciones de libros, conferencias, audiciones musicales, muestras pictóricas... Es más que probable que todas ellas se compendien en un producto audiovisual antes de hacerlo en un libro. Babel asume con este Foro, sin perder su condición de comercio librario, el activismo cultural que debe tener una librería de su entidad. Complétese esto con nuevos servicios bibliográficos, con todo aquello que la haga eonómica y socialmente rentable.

Hemos de preservar el libro como elemento identificativo de nuestra civilización. Pero no perdamos de vista que la cultura es, fundamentalmente, intercambio, comunicación humana en cualquiera de sus formas.