Este es el relato de las jornadas del 12 al 14 de abril de 1931 en Castelló de la Plana, tal como lo reseñé hace ya unos años en mi libro Movilización popular y burguersía republicana en Castelló de la Plana, 1931:
Según Libertad, la tarde-noche del domingo 12 "fueron momentos de verdadera fe y palpable evidencia de los sentimientos del pueblo", con una agitación extraordinaria que ocupó la redacción del diario republicano y el local de la Acción Republicana de Castellón.
A medio día del lunes, mientras se iba conociendo la magnitud del triunfo republicano, las noticias de Madrid, Barcelona, Valencia..., de modo espontáneo y sin previa convocatoria, la gente comenzó a congregarse en el Centro Republicano. Desde allí partió "una popular manifestación" que por las calles de la vila se dirigió al Gobierno Civil donde, una vez más, se reclamó la amnistía a los sentenciados por lo de Jaca y la libertad de los presos políticos. Fernando Gasset, que había tenido sus dudas en el momento de salir a la calle ante la fuerza popular, desde l mismo balcón del Gobierno Civil disolvió pacíficamente la manifestación pidiendo sensatez y orden. Grupos antidinásticos de Vila-real, Almassora, Nules y otros pueblos de la Plana compartieron el ambiente festivo y el clima de solidaridad republicana en las calles de la capital, bajo el volteo general de las campanas de Santa María.
El día 14 amaneció con la noticia de que en Eibar se había proclamado la República. En Valencia, Oviedo y Zaragoza se hizo lo propio aquella misma mañana. En Madrid, en la casa de Marañón, Alcalá Zamora y Romanones tuvieron una entrevista definitiva en la que el presidente del Gobierno provisional exigió sin demora la abdicación del rey.
En Castellón, el gentío se congregó en la Porta del Sol. Desde allí, tras escuchar a Carlos Gamón, una manifestación recorrió las calles de González Chermá y Colón para llegar a la plaza de la Constitución. Era el pueblo, un pueblo de jornaleros y médicos, comerciantes y labradores, marineros y artesanos el que hizo de aquella, realmente, la plaça major. Desde un balcón de la Casa Consistorial Miquel Peña, presidente de la Acción Republicana de Castellón, se fundió con la masa al recordar a Galán y García Hernández. A las 3 y media de la tarde, la bandera tricolor ondeaba en el mástil del balcón principal del Ayuntamiento. Fueron momentos de emoción para quienes tantas esperanzas habían depositado en la llegada de la República: "Los aplausos han sonado atronadoramente mientras la más intensa de las emociones, emoción que impedía el habla y humedecía los ojos, embargaba el ánimo de la multitud." En el Centro Republicano, junto a la bandera de la organización republicana fueron izadas la de las Juventudes Republicanas, el Ateneo Socialista y el Centro Obrero.
Desde la plaza de la Constitución, la multitud se dirigió en busca de Gasset. No fue el partido republicano quien sacó al pueblo a la calle; antes bien, fue la fuerza de la muchedumbre, su voluntad radical de instaurar la República la que precipitó los acontecimientos. El viejo líder radical fue llevado a la calle por la presión popular. Los manifestantes se dirigieron al Gobierno Civil, en la calle Mayor, donde una comisión constituída por el mismo Gasset, Miguel Peña, el socialista Huerta, Peláez, Forcada y Albella se entrevistó con el gobernador, Abelardo Nieto. Este les confirmó lo que ya conocían. Seguidamente se reunierón con Castelló y Tárrega, presidente de la Diputación, para que abandonase la presidencia. Tras unos titubeos que llevaron al jefe liberal a plantear la posibilidad de ceder su cargo a Luis Fabra, lo dejó, disuadido por Gasset y Gea Mariño, en manos de este último. A las 5 de la tarde, el alcalde Francisco Breva renunció en favor de Manuel Peláez. A las 9 de la noche un despacho de Gobernación ordenaba al gobernador civil Nieto dejar su mando.
De esta forma los republicanos copaban todos los resortes del poder político provincial. En cuatro horas la alcaldía, la presidencia de la Diputación y el Gobierno Civil habían dejado de estar en manos de los monárquicos. Era el hundimiento definitivo de un régimen. La familia real abandonaba Madrid a las 8 de la tarde. Para entonces, de hecho, ya todos los mecanismos del Estado estaban bajo control republicano.