29 julio 2021

Horizonte de sucesos y agujeros negros de la información

El horizonte de sucesos es el espacio de no retorno en el área de influencia de un agujero negro. A partir de ahí no hay posibilidad de escapar a la gravedad masiva que todo lo engulle. Ni siquiera la luz puede hacerlo. Algo similar viene ocurriendo con los agujeros negros de la desinformación que acaban por atrapar verdades como puños para desintegrarlas y hacer imposible su recomposición. Agujeros formados por la acumulación masiva de intereses alineados en la construcción de mundos paralelos basados en falacias. Pero para que esos interesen prosperen y su capacidad destructiva sea realmente eficaz es imprescindible la legión de transmisores que, voluntaria o involuntariamente, replican los mensajes y argumentos falsarios. Antes de compartir, piénsatelo. Enrique Dans, Los tortuosos caminos de la desinformación: "La tecnología siempre ha tenido una característica: hace descender rápidamente las barreras de entrada a su uso. Las mismas técnicas de gestión de microinfluencers utilizadas durante años, ahora se aplican a la difusión de campañas de desinformación. Ahora, simplemente, muchos de los que participan en ellas creen que están salvando el mundo y difundiendo ideas que todos sus amigos deberían conocer, cuando en realidad son simplemente el tonto que no cobra. Cuando reenvíes mensajes, plantéate si de verdad sabes lo que estás reenviando, si lo has podido verificar de manera fehaciente dejando al margen tus sesgos personales, y sobre todo, si realmente vale la pena."

Event Horizon Telescope. Black hole - Messier 87. Wikimedia Commons. Consulta: 16.07.2021. <https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Black_hole_-_Messier_87.jpg>. Compartido con licencia CC BY 4.0


27 julio 2021

Empleo público y Estado inteligente

El Gobierno ha aprobado hoy la mayor oferta de empleo público de la historia, cerca de 30.500 plazas. Entre 2020 y 2021 la Administración General del Estado habrá ofertado casi 60.000 empleos, a los que hay que sumar varios miles más promovidos por las administraciones autonómicas. Es una buena noticia si indica el camino a seguir en años próximos que, necesariamente, ha de apuntar al reforzamiento del empleo público. No hay que olvidar los déficits acumulados a raíz de la crisis de 2008, tanto por la disminución masiva de convocatorias como por la no reposición de las plazas vacantes generadas por la jubilación de las cohortes de personal incorporadas a las administraciones españolas tras la restauración democrática. El empleo público debe tener un único fin: la materialización y mejora de los servicios que el Estado presta a la sociedad. Las políticas públicas esenciales, las que garantizan la seguridad pública y la gestión de emergencias, las políticas de igualación social (educación, sanidad, dependencia, rescate, pensiones), las que preservan los derechos políticos, sociales y civiles (justicia) y las que promueven un nuevo modelo de desarrollo sostenible (economía, transición energética, empleo, investigación) precisan de personas que piensen en personas, que las cuiden, que las atiendan, que las protejan, que las formen. Eso es imprescindible. Pero también lo es la dotación de plazas que provean al Estado, a lo público, a sus instituciones administrativas y políticas del conocimiento necesario para prever escenarios, identificar riesgos colectivos y diseñar estrategias para afrontar el tiempo de cambio civilizatorio que vivimos preservando la cohesión social. El Estado, todo, sus distintas administraciones, necesita hoy como nunca inteligencia corporativa, gestión colaborativa y medios suficientes para liderar el cambio con audacia. Porque cuando lo público, lo que es y representa a todas y todos queda al margen de las grandes transformaciones sociales y tecnológicas y deja el cambio en manos de las grandes corporaciones pierde la mayoría social.