Intervención en el Pleno municipal de Castelló el 28 de julio de 2016 tras la comparecencia de la concejala de Fiestas Sara Usó sobre la gestión de las fiestas de la Magdalena.
Gracias Sara, muchas gracias por asumir con decencia y dignidad políticas este acto de rendición de cuentas. Gracias por ser la primera miembro del gobierno municipal de nuestra ciudad en rendir cuentas en relación con la gestión de las fiestas de la Magdalena. Es un privilegio compartir tribuna contigo en este pleno.
Hace poco más de un año, cuando este equipo asumió la responsabilidad de gobernar Castelló, tomamos la decisión de gestionar las fiestas de la ciudad desde la normalidad y la transparencia. Era un mandato ético que recogían los programas con que nos presentamos los partidos que formamos este gobierno. Y era un mandato ciudadano que habíamos recogido de la exigencia de miles de vecinos y vecinas para que el cambio llegara también al espacio de la fiesta. Esa convicción teníamos los socialistas y a ella nos entregamos con determinación.
A los pocos días de comenzar nuestro mandato introdujimos los primeros cambios de gestión en las fiestas de Sant Pere. Sabíamos que las fiestas son pueblo, son fuerza integradora, son vida compartida, son ilusión colectiva. También convivencia, respeto, empatía. Y sabíamos, así mismo, que hay unas normas que las amparan en cumplimiento de los derechos de todos y de la legalidad pública.
No se nos escapaba que iba a ser difícil, como lo está siendo en este y otros ámbitos. Durante demasiados años se había establecido una forma de hacer que ladeaba la norma para adentrarse en lo arbitrario. Demasiado tiempo de renuncias, de mirar hacia otro lado, de dejar hacer, del favor. Créanme si les digo que sé que a ustedes, al menos a algunos de ustedes, debía resultarles difícil cerrar los ojos y orillar las ordenanzas que ustedes mismos habían redactado. Pero lo hicieron.
Sorprende... pero menos, francamente. Es esa la forma de entender la vida pública por parte del Partido Popular. Donde las normas decían A ustedes leían Z, ya fuera en la ocupación de la vía pública o en el control de sonidos, en la gestión de actividades o en la contratación de espectáculos. Ni siquiera la fiscalización de las cuentas y los actos administrativos se salvaba de esa desidia interesada.
Miren, hasta este año ni la Intervención, ni la Tesorería, ni la dirección de Gestión Presupuestaria conocía de las facturas generadas en relación a las fiestas de la Magdalena antes de ser abonadas las cantidades establecidas. El interventor municipal no tenía acceso a las cuentas corrientes de la Fundación de Fiestas ni fiscalizaba su gestión. Eran recursos públicos, fondos municipales recaudados a los ciudadanos y ciudadanas de Castelló absolutamente opacos a los órganos de fiscalización.
Por primera vez la administración municipal ha tenido conocimiento de esas facturas antes de ser pagadas a los proveedores. Sí, han oído bien, por primera vez. Fíjense, el departamento de Contabilidad de este ayuntamiento recibía las facturas ya tramitadas con la única razón de que la contabilidad de la Fundación se incorporara a la contabilidad municipal. Puro ejercicio contable ajeno al control real de los recursos públicos.
Ni de los gastos, ni de los ingresos, ni de los contratos, ni de las condiciones laborales de las personas empleadas en estos menesteres. Una ojeada rápida a los informes de la Intervención General Municipal o de la dirección de Gestión Presupuestaria y Contabilidad de los últimos 10 años provoca escalofrío.
- 2009, informe de la Intervención General de 21 de julio de ese año: “No consta que en materia de reconocimiento de obligaciones, liquidación de derechos y demás fases de los procedimientos de gestión de los gastos e ingresos, así como en la gestión presupuestaria o contable, el funcionamiento de la Fundación Municipal de Fiestas se ajuste a lo establecido en la ley...”
- 2010, informe de la Intervención delegada en la Fundación de Fiestas de 14 de julio de 2011: “No ha existido control interno […] en la gestión económico financiera y presupuestaria de 2010. // No se puede verificar que las cuentas anuales de la Fundación Municipal de Fiestas expresen la imagen fiel del patrimonio y de su situación financiera, de la ejecución del presupuesto, de los resultados de la entidad y que hayan aplicado, con regularidad, los principios contables de la Instrucción de Contabilidad.”
- 2011, informe de la dirección de Gestión Presupuestaria y Contabilidad de 18 de mayo de 2012: “No consta de la documentación presentada por el organismo autónomo que existan actos administrativos previos que permitan la contabilización como fases independientes de la ordenación del pago, el reconocimiento de derechos y obligaciones de contenido económico, la retención, autorización o disposición del gasto, no ajustándose, por tanto su contabilidad a las instrucciones de contabilidad local… // No consta que la fundación de referencia disponga de mecanismos para garantizar el que no se contraigan obligaciones que no tengan dotación presupuestaria… // No se ha podido realizar una inspección de la contabilidad de la Fundación al no desarrollarse su gestión administrativa y económica de conformidad con lo establecido en la Ley...”
Estos textos se fueron convirtiendo en letanía año tras año, con argumentos idénticos, hasta que la decisión ciudadana les apartó del gobierno local. De forma reiterada se les advirtió desde los órganos de control y fiscalización de la opacidad y falta de rigor administrativo en la gestión de las fiestas. ¿Y ustedes se atreven a decir, señor Feliu, que se reservan su derecho de acudir a la Fiscalía…? Estoy empezando a creer que ya no dice lo que le dicen que diga sino que tiene usted serios problemas de percepción de la realidad.
No se confundan. Y no pretendan confundirnos. Ustedes saben, lo sé yo, lo sabemos todos y todas que el modo en que fueron gestionadas las fiestas en esta ciudad durante lustros era insostenible por inaceptable. Ustedes saben, lo sé yo, lo sabemos todos y todas que la opacidad y la arbitrariedad anidaban en la forma en que se llevaban estos asuntos hasta hace nada.
2016 es el primer año en el que la administración municipal de Castelló contabiliza, fiscaliza y paga las obligaciones contraídas en relación con las fiestas. 2016 es el primer año en el que se atiende a lo prescrito en las ordenanzas en relación con las instalaciones y actividades en calles y plazas. El primer año en el que se han seguido de forma generalizada criterios de contratación pública. El primero en el que se ha dispuesto de un plan integrado de seguridad y emergencias. El primero en estas y tantas cosas, por la determinación de este gobierno, por el compromiso de las empleadas y empleados municipales y por el esfuerzo y colaboración de la Junta de Fiestas.
Y sabemos que no hemos estado acertados en todo. Que hemos cometido errores, sin duda. Que no hemos alcanzado todo cuanto nos habíamos propuesto. Y pedimos disculpas por ello. Pero tenemos la convicción, el Grupo Socialista, de que hemos desbrozado un camino que no tiene retorno. El camino hacia la normalidad y la transparencia en la gestión de nuestras fiestas. Con humildad, con mucha humildad sabiendo lo que queda por delante porque nosotros sí que creemos en el viejo y certero aserto de Terencio: Nihil humani a me alienum puto (Nada de lo humano me es, nos es ajeno).
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