No es la libertad lo que quieren, es la igualdad la que les perturba. Dicen que para ellas y ellos la libertad es sacrosanta, que por ella se baten contra el modelo educativo social-comunista, o contra el estado de alarma, o contra las restricciones frente a la pandemia que tildan de "paternalista". Ya lo decían antes, ¿os acordáis?: "¿quién es la DGT para decir cuánto puedo beber?", bravuconeaba Aznar en 2007 cuando el gobierno de Zapatero endurecía las sanciones contra el consumo de alcohol en la conducción. Les importa un bledo la Libertad, solo hablan, aspiran y luchan por su libertad exclusiva, en minúsculas, la que garantiza privilegios a costa de lo que sea. Porque saben que la verdadera no existe sin igualdad. Y detestan a esta tanto como a aquella. "Adoctrinamiento" es su palabra fetiche: la ley de Educación es adoctrinamiento, las políticas de igualdad son adoctrinamiento, la televisión pública es adoctrinamiento... Siempre que no sean las de ellos, claro. Entonces la doctrina se convierte en libertad. Anteayer el gobierno de Madrid, el de España en España, prohibía a la ministra de Igualdad del gobierno legítimo y constitucional de España acudir a una charla a la que había sido invitada en un colegio público madrileño para hablar de igualdad. Argumentan que es por la libertad, que no quieren que adoctrinen al alumnado. No, lo que no quieren es que se les hable de igualdad. Es el privilegio lo que les importa, no la libertad.
Eugène Delacroix. Le 28 Juillet. La Liberté guidant le peuple. En el dominio público, via Wikimedia Commons |