Publicado en Mediterráneo en julio de 2007.
¿Sabe usted cuánto son 43 hectómetros cúbicos de agua? Cuarenta y tres mil millones de litros de agua. Algo así como 43 depósitos con la planta del estadio Castalia y 35 pisos de altura repletos de agua. Miren, si embotellamos toda esa agua en botellas de un litro y las plantamos una junto a otra daríamos más de 120 vueltas a la Tierra o llegaríamos más lejos que la Luna. Sin duda, mucha agua. Esa es la capacidad máxima de producción anual de la desalinizadora de Cabanes-Oropesa cuyas obras hemos comenzado esta semana. Ese es el compromiso del Gobierno de España con nuestro futuro.
En efecto, este miércoles el delegado del Gobierno, Ricardo Peralta, y la directora general del Agua, Marta Morén, han dado el inicio oficial a las obras de una infraestructura esencial para nuestro futuro. El de todos. El de los municipios de Cabanes, Oropesa y Benicàssim y el de otros que se adherirán en el futuro al convenio de explotación de la desaladora. Son 55 millones de euros en una primera fase que permitirá producir más de 21 hectómetros cúbicos para atender la demanda presente y futura de agua potable de gran parte de la Plana Alta.
Será esta la primera desalinizadora de nuestra provincia, a la que se unirá la de Moncofa, en la Plana Baixa, cuyo proyecto se encuentra en fase ya muy avanzada de tramitación administrativa. Estas dos instalaciones se sumarán a las más de 800 plantas desaladoras españolas que abastecen a millones de ciudadanos. Y su construcción, además de generar empleo, permitirá a las empresas adjudicatarias aplicar los desarrollos tecnológicos que han convertido al sector en referente mundial.
He leído y oído estos días a algunos que la planta va a generar más agua de la realmente necesaria. Bueno, esto es una novedad. Lo que se decía a menudo es que la falta de agua limitaba nuestro desarrollo. Que necesitábamos más agua. Eso siguen diciendo las pancartas sempiternamente colgadas de los balcones de la Diputación provincial.
Tal vez, la crisis y el frenazo en los proyectos urbanísticos nos hagan perder la perspectiva. Este tipo de infraestructuras no pueden estar condicionadas por los vaivenes coyunturales. El Gobierno tiene el compromiso de garantizar las necesidades hídricas de nuestra provincia actuales y futuras. Y para ello, a través de la acción concertada de Acuamed, las confederaciones hidrográficas del Júcar y del Ebro y del SEIASA ha puesto en marcha todo tipo de iniciativas para la provisión y adecuada gestión del agua en nuestra tierra. En colaboración con la Generalitat y las administraciones locales. Con la firme convicción de que las comarcas castellonenses precisan ver asegurada su suficiencia hídrica.
Esto es una apuesta por nuestro futuro. Y por el futuro de nuestros hijos. Esos 21 hectómetros cúbicos de la primera fase de la desaladora no sólo van destinados al desarrollo urbanístico. No. Esos miles de millones de litros de agua vienen a enriquecer nuestro patrimonio hídrico, nos hacen más ricos. Permitirán, también, gestionar mejor nuestros acuíferos, evitar su sobreexplotación, disponer de más recursos a nuestro sector agropecuario, proveer la demanda del desarrollo industrial y turístico. Es un aporte neto de agua potable que no detraemos de la ya existente en nuestro subsuelo o en nuestros ríos.
En 2011 la desaladora de Cabanes-Oropesa entrará en servicio. Y contribuirá, con las obras del embalse de Arenós, o la balsa de recogida de excedentes del río Belcaire (inaugurada en la Vall d’Uixó hace unas semanas), o la modernización de nuestros regadíos promovida por la Sociedad Estatal de Infraestructuras Agrarias y otras iniciativas en marcha, a construir un mejor futuro para esta tierra.
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