Publicado en Mediterráneo en noviembre de 2007.
Svetlana dijo no. Quería ser libre para decidir su futuro y el de su hijo. Dijo no a la indignidad del dolor callado. Alguien decidió arrebatarle la vida, quizás un tal Ricardo (o Juan, o Andrés, o Carlos… qué más da). “Antes muerta que con otro”, debió pensar el desgraciado. Svetlana murió el pasado lunes en Alicante. Había venido desde Rusia para construir su proyecto de felicidad en nuestra tierra. Como muchas otras mujeres. Y aquí murió porque un hombre no quiso que viviera su vida.
La lucha contra el terrorismo machista está siendo larga, dura y difícil. Es la lucha de la decencia y de la dignidad de una sociedad que se rebela contra la intolerancia, contra la violencia, contra la desigualdad. Es la lucha de la gente de bien contra tantos machos prepotentes que matan, vejan o insultan a “sus” mujeres. Porque hemos de saber que detrás de cada Svetlana muerta hay muchas que ven morir día a día sus ilusiones, sus sentimientos, su humanidad. Muchas mujeres que viven sometidas al terror de quien dice quererlas.
No hay atajos. No hay soluciones fáciles. La violencia sobre la mujer es la expresión más dura y visible de la discriminación, de la situación de desigualdad que imponen las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Es la violencia física, pero también la violencia verbal. Son los estereotipos que convierten a la mujer en un objeto de usar y tirar. Es ese entramado de convenciones sociales y culturales que convierten en normal lo que es aberrante.
El terrorismo machista, de alta o de baja intensidad, perdurará mientras no quebremos el armazón sobre el que se sustenta: la desigualdad de género. Esta es la cuestión. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tiene esa convicción. Por ello ha puesto en marcha durante esta legislatura el más ambicioso proyecto a favor de la igualdad real de hombres y mujeres que nunca se ha impulsado en España. La ley de medidas de protección integral contra la violencia de género y la ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres constituyen la punta de lanza de las políticas de igualdad promovidas por el Ejecutivo socialista. Y junto a ellas hay un sinfín de iniciativas que nos permitirán ir removiendo los obstáculos que se oponen a la efectiva igualdad entre unos y otras.
Algunos han dicho de este compromiso de Zapatero con la igualdad que es muy radical. Por supuesto, claro que es radical. No lo duden. Es radical porque va a la raíz del problema. Porque quiere sentar las bases de otro modelo de relación entre los hombres y las mujeres de este país. Porque quiere que nuestros hijos y nuestras hijas conozcan una sociedad de iguales en la que la diferencia no suponga discriminación. Porque no puede aceptar que el 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, sea una fecha perdida en el calendario.
Muchas mujeres llevan mucho tiempo luchando para ello, dentro y fuera del movimiento feminista. Y a ellas, sin duda, les debemos lo ya conquistado. Pero me atrevo a decir que esto no es sólo una cuestión de mujeres. Muchos hombres queremos también luchar junto a ellas. Su causa es la nuestra porque es la causa de la dignidad, de la libertad y de la igualdad. Créanme, es un camino largo pero es un camino sin marcha atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario