Estuvo ayer de nuevo Isabel Bonig, representante en provincias del candidato por Valencia y jefe gaviota Alberto Fabra, prometiendo el oro y en moro para Castelló si los compadres de Rus y el otro Fabra ganan las elecciones del 24M. Esta vez proclamando la magneficiencia de sus políticas turísticas, que, dijo, traerán riqueza y empleo sin fin a estas comarcas del norte. Lo hizo con el mismo desparpajo con el que prometió junto a Camps hace cuatro años que la Vall d'Uixó tendría un hospital que ya había sido prometido en dos campañas electorales anteriores y del que sólo se conoce hoy la maqueta y nada más. Y lo hizo en el Grau de Castelló, la ciudad que después de 20 años de política turística del PP es la que recibe menos turistas entre todas las capitales del Mediterráneo español. Todo un acierto: el mensaje y la mensajera. Nunca han tenido una estrategia turística digna de tal nombre para esta tierra, nunca. Pensar el turismo para Castelló es pensar en la diversificación de nuestras fuentes de riqueza. Es convertir nuestra singularidad cultural o paisajística en reclamo para otros. Es incorporar al conjunto de la sociedad en un proyecto colectivo que propicie el bienestar de la mayoría. Es escuchar a los profesionales, a la ciudadanía, a la Universidad para decidir entre todos y todas qué modelo turístico queremos para Castelló. Y para liderar este proceso están inhabilitados quienes no han querido o no han sabido hacerlo durante décadas.
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