La transición verde se puede abordar desde dos alternativas. Una, dando continuidad a las grandes concentraciones de producción incorporando las tecnologías necesarias para la descarbonizacion sin alterar la deriva hacia lo macro de la última fase del capitalismo. Grandes agregados de producción, distribución y comercialización de energía, información, manufacturas, productos alimentarios... Tal vez así se consiga la sostenibilidad ambiental; creo, sin embargo, que esta vía conduciría a una sociedad cada vez más desigual, económica y territorialmente, y más inestable, en términos políticos y de convivencia. Dos, aprovechar las posibilidades que ofrecen esos mismos recursos tecnológicos y la revolución conceptual que vivimos para impulsar la desconcentración, favoreciendo redes de pequeña y mediana producción en un ecosistema socioeconómico de distribución y consumo más fluido y responsable que implicara a la ciudadanía en la construcción de un nuevo modelo de convivencia más justo. Que lo macro sea hoy necesario no impide abrir el debate y proyectar las líneas de construcción del futuro en un sentido alternativo a lo prescrito desde determinados púlpitos. Ya sabemos que las salchichas no vienen de una impresora 3D, como un ilustre nos recuerda estos días a los urbanitas; y sabemos, también, que garantizar nuestra seguridad alimentaria no es cuestión sencilla, especialmente si aspiramos a preservar los principios morales que inspiran nuestra democracia y a garantizar un futuro vivible. No, abrir este debate no es ir contra las pequeñas y medianas empresas ganaderas, que, por cierto, han abandonado por millares su actividad en Europa ante el avance de la producción industrial de carne. Solo el desconocimiento de lo que nos estamos jugando o el cortoplacismo interesado explican la voluntad de negar la evidencia. A mí también me gusta el chuletón, el morro de cerdo y el pollo con patatas, y poner el aire acondicionado en verano, y repostar mi coche donde me venga en gana. Me gusta, pero no por ello puedo dejar de ver y entender que el mundo en el que quiero seguir viviendo y el que dejaremos a quienes vienen después que nosotros necesita de miradas distintas y compromisos certeros. Y estos difícilmente los vamos a encontrar en las cantinelas de siempre.
Estrategia de la granja a la mesa, de la Comisión Europea. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario