Publicado en Mediterráneo en julio de 2007
¿Pueden ustedes imaginar que en el Parlamento británico el líder de la oposición reclamara al primer ministro las actas de las conversaciones con el IRA para usarlas como arma electoral? Yo no. Ni en Alemania, ni en Francia. No puedo imaginar que en esos países se exija al jefe del Gobierno demostrar su inocencia frente a lo que dicen los terroristas. No, no puedo imaginar que allí el líder del principal partido de la oposición de más crédito político a los terroristas que al jefe del Gobierno. Tristemente esto está sucediendo en España.
El señor Rajoy-Acebes-Zaplana ha dado esta semana un paso más en su viaje de no retorno. Tal vez quiso hacer un alarde ante sus tropas para reforzar su posición frente al camarada Rato. Tal vez. Pero tengo para mí que estos excesos no agradan a la ciudadanía. Porque difícilmente puede gustar a la mayoría quien es capaz de vender la dignidad del Estado y de la democracia por un plato de votos.
No habló de nada más. ETA, ETA y más ETA. Ese fue su discurso. No habló ni del crecimiento económico, ni del mercado laboral, ni de los derechos sociales, ni de las pensiones, ni de la seguridad vial, ni de infraestructuras, ni de tantos y tantos temas que ocupan a diario a los españoles y a las españolas. Sólo habló de ETA; y lo hizo para culpabilizar al Gobierno, para deslegitimar al Gobierno, para condenar al Gobierno. ¡Menos mal que estos tres años han sido el período de tiempo en el que hemos sufrido menos atentados etarras de los últimos 40! Menos mal.
Por ello no puede extrañarnos que muchos se hayan sentido hartos de tanta deslealtad y de tanta desmesura. Y es que, muy a pesar de los de la gaviota, el Gobierno de Zapatero ha hecho muchas otras cosas, además de explorar (como hicieron todos los gobiernos anteriores) la rendición negociada de ETA y de perseguir policialmente a sus comandos.
Esto lo saben los ciudadanos castellonenses. Lo saben los 45.000 trabajadores autónomos de nuestra provincia, que han visto cómo este Gobierno ha impulsado una ley que les ofrece más y mejores derechos, como la baja por enfermedad y accidente, la percepción del desempleo o la jubilación anticipada. Lo saben las mujeres de esta tierra, que con la Ley de Igualdad podrán avanzar decididamente hacia la igualdad real y combatir con fuerza la discriminación por razón de género.
Lo saben, así mismo, miles de pensionistas de Castellón beneficiarios de pensiones mínimas, que han visto cómo éstas han subido el 25 por cien en menos de tres años. O los 15.000 castellonenses dependientes y sus familias, que tienen por fin garantizado su derecho a una vida digna con la Ley de Dependencia. Y los miles de trabajadores y trabajadoras que han sido contratados indefinidamente en aplicación de la reforma laboral; también los que perciben el salario mínimo interprofesional, que ha subido más del 15 por cien en lo que llevamos de Legislatura.
Más derechos y más bienestar para una España más solidaria y mejor preparada. Ese es nuestro proyecto de futuro. Porque este Gobierno sólo es reo de su compromiso con el progreso y la libertad de los españoles. Y así seguirá siéndolo, aunque esto les resulte insoportable a don Mariano y a sus corifeos
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