Publicado en Mediterráneo el 16 de julio de 2011.
Esta semana comienza el Festival Internacional de Benicàssim, el FIB. Un año más Castellón se convierte en referencia internacional de la agenda musical europea. Millones de ciudadanos y ciudadanas de todo el mundo tendrán noticia de que aquí, en la ribera occidental del Mediterráneo, al pie del Desert de les Palmes, se celebra uno de los más reconocidos festivales de música del estío europeo. Y más de 170.000 personas acudirán al recinto de Benicàssim para seguir en directo los muchos conciertos y espectáculos de todo tipo que allí y en su entorno van a desarrollarse.
El FIB abrió el camino hace 16 años. El Ayuntamiento benicense y su alcalde entonces, Francesc Colomer, supieron aprovechar la oportunidad y dar respuesta a las propuestas de un grupo de emprendedores. Desde entonces el Festival ha crecido y se ha convertido en un espacio de encuentro de la juventud europea, de diversión y de cultura. También de generación de empleo y de riqueza.
La senda iniciada por el Festival Internacional de Benicàssim transita hoy por terrenos que apuntan al futuro. El pasado verano de 2010, dos nuevos proyectos recalaron también en nuestra tierra: el Rototom Sunplash, que después de 15 años en Italia, convertido en uno de los más importantes festivales de reggae del mundo, migró a Benicàssim; y el Arenal Sound de Burriana, que comenzará en los próximos días su segunda edición. En mes y medio, desde mediados de julio hasta finales de agosto, casi 300.000 personas, especialmente, pero no sólo, jóvenes, participarán de la amplísima programación de ocio y cultura que ofrecen nuestros festivales.
Es este un buen motivo para intensificar nuestro compromiso con el desarrollo turístico de Castellón. Benicàssim y Burriana, y otras localidades de la provincia con ofertas de menor envergadura pero igualmente interesantes, han hecho bien apostando por esas propuestas. Los festivales constituyen una oferta complementaria que añade valor al turismo de sol y playa. Lo son no sólo por su atractivo intrínseco, que genera la llegada de miles de personas a nuestra tierra buscando la música del mundo y la luz del Mediterráneo. Lo son, también y especialmente, por su efecto multiplicador. Festivales de referencia internacional, como el FIB o el Rototom, contribuyen decisivamente a posicionar a Castellón en el mapa turístico europeo: muchos jóvenes británicos, franceses, alemanes o italianos nos conocen por ello y planifican sus vacaciones de verano en función de esa agenda. Jóvenes que no olvidarán esa experiencia colectiva que han vivido aquí y que la darán a conocer a otros. Y cientos de medios de comunicación amplificando su proyección.
De esta forma, crece nuestra presencia en el listado de alternativas que los potenciales turistas europeos barajan a la hora de decidir sobre su destino vacacional. Cuanto más se nos conozca en positivo, mejor; cuanto más se sepa que somos capaces de poner en marcha y consolidar productos de referencia como los aludidos, mejor; cuanto más nos identifiquen con ofertas de calidad reconocibles en toda Europa, mucho mejor.
Los festivales del verano castellonense aportan un plus importante al mix turístico que debemos definir entre todos para dar solvencia y sostenibilidad a nuestro desarrollo futuro. El plus de la notoriedad, de la reputación y de la diferenciación. Enriquecen nuestras posibilidades de articular un discurso turístico potente basado en la complementariedad de la oferta, la calidad de las distintas propuestas y la integración de todo en territorio en un producto singular y atractivo. No podemos desaprovecharlo.
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