Publicado en Mediterráneo en febrero de 2008.
Hace unas semanas volví a ver La sombra de una duda. ¿Recuerdan? Joseph Cotten y Teresa Wright, soberbios. Él interpretaba a Charles Oakley, un personaje inquietante obsesionado por ocultar su oscuro pasado al precio que fuera. Enredado en sus propias mentiras fue dejando cabos sueltos que permitieron a su sobrina (Teresa Wright) descubrir la turbulenta vida del tío Charlie.
Esa capacidad del mago Hitchcock para presentarnos en sus películas personajes arquetípicos que ejemplifican comportamientos sociales me ha resultado siempre admirable. Porque, lamentablemente, esa voluntad manipuladora, ocultista y tergiversadora no es exclusiva de Charles Oakley. Algunos, en la vida real, fuera de la ficción parecen estar abonados a ese comportamiento. Y en ello están los jefes de la derecha local.
Hace tanto tiempo que convirtieron la política en el espacio de la bronca, de la figuración y del engaño masivo que son incapaces de imaginar, siquiera, la realidad. Confunden sus deseos con el mundo real, de tal modo que quieren hacernos ver el blanco como negro.
Esto es lo que vienen haciendo estas semanas al hablar de la seguridad ciudadana en la provincia. Les he oído decir que desde la Subdelegación se practica un “apagón informativo” para ocultar el clima de inseguridad insoportable que, según ellos, impera en nuestra tierra. Han dicho también que las “mesnadas zapateristas” (así, literalmente) no hemos hecho nada por mejorar la seguridad de los castellonenses.
¿Saben ustedes cuántos delitos se cometieron en nuestra provincia en 2001? 32 por cada 1.000 habitantes. ¿Y en 2002? 31. Nunca, ni antes ni después, Castellón ha padecido esas tasas delincuenciales. En 2006 fueron 25; y en 2007, a falta de las cifras definitivas, estaremos también en ese entorno. Estos son los datos oficiales. Los que da este Gobierno y los que daba el anterior.
Es bueno, también, que sepan que el último edificio policial inaugurado en Castellón fue en 1996. En febrero de ese año, en los últimos meses del mandato de Felipe González. Y que ha sido precisamente el Gobierno de Rodríguez Zapatero el que ha licitado hace unas semanas las obras de la nueva comisaría provincial del Cuerpo Nacional de Policía.
No quiero pensar que les moleste, a los jefes de la derecha, que esto sea así. No, seguro que no. Debe ser un problema de comprensión de la realidad. O de amnesia. Sólo así cabe explicarse que se empeñen en hablar de seguridad ciudadana. Porque, ¿saben ustedes quién era ministro del Interior en esos años negros de 2001 y 2002? Mariano Rajoy Brey. Sí, el mismo que dice que si gobierna traerá más policías y menos delitos.
Pero… si ya gobernó. Gobernó ¡ocho años! Ocupó cinco ministerios. Fue vicepresidente del Gobierno cuando lo del Prestige y lo de Irak. La verdad es que produce cierto rubor ajeno, ¿no creen? Precisamente él, que dejó menos policías nacionales y guardias civiles en las comisarías y cuarteles de Castellón que los que se encontró al llegar al Ministerio del Interior en febrero de 2001. En fin, es lo que hay.
Está claro que no les gusta que les recuerden el pasado. Es comprensible. Quieren ocultarlo como el personaje de Hitchcock. Su problema es que son muchos los ciudadanos y las ciudadanas que siguen viendo en la sombra de Mariano Rajoy el negro del chapapote. Y ese negro cuesta mucho de emblanquecer.
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