Publicado en Mediterráneo el 3 de mayo de 2008
¿Se acuerdan ustedes de cuántos personajes había en el camarote de los hermanos Marx? No lo recuerdo con exactitud pero estoy convencido de que eran más de una docena: los Marx, la manicura, el fontanero, los camareros, la limpiadora… Cada uno a lo suyo; las circunstancias eran lo de menos: cada uno cumplía con su papel a pesar de los codazos propios y ajenos. “Pase, pase” decía Groucho a quien llamaba a la puerta.
No sé si alguien en el Partido Popular ha decidido escenificar una nueva versión del camarote, convencido de que la realidad puede superar con creces la ficción. ¿Se imaginan a Rajoy, Aguirre, Camps, Zaplana, Pizarro, Costa, Aznar, Sáenz de Santamaría… a codazos en el “camarote de Mariano”? Cada uno a lo suyo y todos con el dedo en ojo ajeno. Da igual lo que ocurra fuera de allí; ellos a lo suyo. “Y dos huevos duros… Tres”. Sí, yo creo que sí que se lo imaginan.
Con ese panorama no es de extrañar que más de uno se lance a poner en marcha ocurrencias de alto voltaje mediático para dejarse ver y hacerse notar en semejante barullo. Es un pavoneo hueco que, lejos de pretender resolver los problemas de la ciudadanía, busca un puesto de privilegio en la alocada carrera sucesoria al frente de la derecha española.
Por supuesto que en ello están los conservadores valencianos. ¿O es posible encontrar otra explicación a que la asignatura de Educación para la ciudadanía se pretenda impartir en inglés en los colegios e institutos de la Comunidad Valenciana? Ya puestos podrían hacerlo en mandarín, habida cuenta del despertar imparable de China como potencia mundial. Y, por qué no, dar la filosofía en alemán y la religión en latín.
Son únicos en lo de volver todo del revés y liar a los ciudadanos hasta confundirlos. En el fondo, y mal que les pese, son marxistas por los cuatro costados. Marxistas de Groucho, ya me entienden. Ahora han sacado lo del “compromiso de integración de los inmigrantes”. Otro brindis al sol carente de sentido. Ellos saben que no tiene el más mínimo valor jurídico. Saben que ese contrato de integración es papel mojado porque no tiene ninguna cobertura legal. Da igual. Miren, en España (y la Comunidad Valenciana es España, salvo que también en eso quieran confundirnos) los inmigrantes están sujetos al imperio de la ley. Como cualquier otro ciudadano. Nadie estamos al margen de la legalidad y sólo los jueces pueden determinar quien incumple la ley y cómo debe ser sancionado por ello.
La ocurrencia del “compromiso de integración” no es más que eso, una ocurrencia. Nuestras leyes están para ser cumplidas por todos quienes vivimos en España, sin excepción, sin espacios para la impunidad. Esas leyes son las que establecen qué obligaciones y qué derechos tenemos; son ellas las que definen nuestro modelo de convivencia y nuestra escala de valores.
Por supuesto que es exigible a quien decide construir su futuro en nuestra tierra que conozca y reconozca nuestra forma de entender la vida y de convivir. Y que sepa acomodarse a nuestro entorno cultural sin que ello suponga perder su identidad. Para eso están las leyes. Y para eso, también, están las políticas educativas y sociales que nos ayuden a todos a vivir en la diversidad.
Bien que lo siento pero a mí lo del “contrato de inmigración” me recuerda aquello de “la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte”. Pues eso: Groucho.
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