Publicado en Mediterráneo en noviembre de 2009
Este jueves he tenido la inmensa satisfacción de poder compartir mesa y micrófono con Lydia Cacho en la inauguración del V Seminario contra la violencia de género organizado por la Fundación Isonomía y patrocinado por el Ministerio de Igualdad, la Caja de Ahorros del Mediterráneo y la Universitat Jaume I.
Cacho es una reputada activista mexicana a favor de la justicia social y la igualdad y contra la violencia machista, la discriminación de género y la explotación de menores. Un ejemplo de vida, de lucha y de compromiso con la libertad y la dignidad de millones de mujeres, niños y niñas que sufren la iniquidad de la violencia y la miseria de la desigualdad.
Gracias, pues, a Isonomía. Gracias por traer a Castellón a esta mujer excepcional. Y, sobre todo, gracias por tantos años de trabajo para construir una sociedad de iguales, una sociedad de hombres y mujeres realmente libres. Este año, la fundación ha galardonado a Lydia con su premio contra la violencia de género; el año pasado el galardón reconoció el compromiso de Cristina del Valle y su plataforma de mujeres artistas contra la violencia machista. Y así, día tras día, con la convicción que da trabajar por una causa justa e inaplazable, el equipo de mujeres y hombres que catalizan Alicia Gil y Asun Ventura se ha convertido en referente nacional en el estudio, análisis y evaluación de las políticas de igualdad.
Castellón, su gente, sus instituciones debemos sentir el sano orgullo de haber alumbrado en nuestra universidad ese centro de pensamiento y acción contra la discriminación de género. Porque es tiempo ya de que todos y todas, sin excepción, nos movilicemos para combatir el machismo en todas sus expresiones. Desde la más descarnada (el terrorismo criminal que mató a Rocío, a Fabiola, a María y a tantas otras) hasta el nuevo machismo de baja intensidad, ese que el delegado del Gobierno contra la violencia de género Miguel Lorente llama posmachismo, que con formas menos bruscas y explicitas, más taimadas sigue legitimando la perpetuación de la desigualdad.
El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero está radicalmente comprometido con la igualdad de mujeres y hombres. No sólo con la imprescindible igualdad legal, con la igualación de derechos. También, por encima de todo, con la igualdad esencial: la igualdad de vida. Por ello ha impulsado y puesto en marcha leyes como las de Igualdad, Dependencia y contra la violencia de género, reconocidas en Europa como vanguardia en la construcción de un nuevo tiempo. Y un amplio abanico de ambiciosas políticas públicas específicas y transversales que ha permitido, en colaboración con las administraciones autonómica y local, movilizar la más importante cantidad de recursos públicos jamás puestos a disposición de la igualdad en nuestro país.
Sabemos, no obstante, que no es suficiente, que hay que seguir trabajando para achicar y erradicar los espacios de violencia desde el convencimiento de que donde triunfa la violencia es derrotada la igualdad; y, en definitiva, los derechos de las mujeres. Somos conscientes de que es una apuesta de largo recorrido, porque es una propuesta revolucionaria que terminará por quebrar el statu quo que ha garantizado en exclusividad el poder político, económico, social y familiar a los hombres durante siglos. No se trata de un conflicto entre hombres y mujeres; es la lucha de la dignidad, de los derechos y de la libertad contra la desigualdad, la infamia y la injusticia. Un imperativo ético del que nadie, nadie podemos sustraernos.