La creación de una comisión de expertos que analice de modo independiente la forma como se está gestionando la pandemia es una necesidad ineludible. También respecto de las circunstancias sociales, legales e institucionales en las que se ha dado esa gestión. Estudiar el comportamiento del coronavirus en España, los procesos de toma de decisiones en las distintas administraciones, el impacto sobre los sistemas sanitario y asistencial, los mecanismos de control y seguimiento, la relación de la difusión de la enfermedad con la desigualdad, el nivel de colaboración intergubernamental... Es imprescindible conocer qué, cómo y por qué se ha hecho. No sólo aquí, pero también. Los aciertos y los errores. No para inculpar a esta o disculpar a aquel, sino para saber cómo mejorar esa gestión. Es evidente que queda mucho por delante para superar esta pesadilla y necesitamos, como sociedad, un catálogo contrastado y fiable de buenas y malas prácticas en relación a la #COVID19 y la crisis social que está provocando. Aún sabiendo que hay muchas incertidumbres todavía que ni siquiera la ciencia es capaz de resolver y que cada día se conocen nuevas informaciones que obligan a cambiar la forma de responder a la pandemia. Pero lo necesitamos imperativamente. Y si en el camino los hay que intentan sacar tajada partidaria y cortoplacista de lo que se concluya, tendremos que asumirlo y reprobarlo, si es el caso. La certeza de que esto ocurra no puede impedir hacer lo debido. Lo circunstancial no puede hipotecar lo esencial.
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