24 septiembre 2010

Discurso con motivo de la celebración de Nuestra Señora de la Merced en el Centro Penitenciario Castellón I en 2010

Tengo la satisfacción de dirigirme a vosotros y a vosotras en el día de la celebración de la patrona de las Instituciones Penitenciarias. Esta festividad, que hoy conmemoramos con la sobriedad que los tiempos y la sociedad exigen, es una festividad que nos atañe a todos.

En primer lugar, atañe a los trabajadores y las trabajadoras que tienen la misión de garantizar el buen funcionamiento de los centros penitenciarios y a los internos e internas que cumplen su deuda con la sociedad en ellos.

Pero esta fiesta también nos concierne a quienes, de una u otra forma, estamos comprometidos con el Estado de Derecho y tenemos la responsabilidad de garantizar los derechos y las libertades de los ciudadanos. En una sociedad moderna y avanzada como la española es imposible entender la justicia, la seguridad y la libertad individual y colectiva, sin la existencia de un sistema penitenciario eficaz, entendido como responsabilidad compartida por la totalidad de la sociedad.

Por ello, la Merced es también la fiesta de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, por su compromiso perpetuo e imprescindible con el adecuado funcionamiento del sistema; de los jueces, los fiscales y el conjunto de funcionarios y funcionarias que conforman la Administración de Justicia; de las distintas entidades públicas y privadas que trabajan con nuestros centros; de las empresas que generan actividad y empleo en los talleres; de los voluntarios y voluntarias y de tantas personas que contribuyen a mejorar nuestro sistema público penitenciario. Gracias a todos por vuestra colaboración.

Permitidme que haga aquí mención especial al personal de los servicios sanitarios penitenciarios y a los profesionales de la sanidad pública valenciana que día a día ejercitan la dignidad de su compromiso social en favor de la calidad de vida de los reclusos y reclusas de nuestras prisiones. Las obras de ampliación y mejora del módulo de judiciales del Hospital General de Castellón, concluidas este año, nos posibilitan la prestación de ese servicio esencial en condiciones de mayor calidad.

La provincia de Castellón cuenta, como todos sabéis, con dos centros penitenciarios que albergan cerca de 2.600 reclusos y en los que desarrollan su actividad profesional 860 empleados públicos. Al frente de los mismos se encuentran dos magníficos equipos directivos, liderados por Olga Ballesteros en Castellón I y Ana Acosta en Castellón II.

Ambos centros, a pesar del gran número de internos que deben ser atendidos, están especialmente ocupados en el desarrollo de programas terapéuticos y de reinserción de calidad. Gracias a ese esfuerzo, 426 internos e internas cursan estudios reglados no universitarios, 225 están matriculados en diversas especialidades de Formación Profesional, y 638 participan en programas deportivos y ocupacionales. En nuestros dos centros, 381 reclusos y reclusas tienen un puesto de trabajo remunerado, por el que cotizan, como el resto de empleados de nuestro país, a la Seguridad Social. Además, los programas específicos de intervención, como los destinados a condenados por violencia de género y drogodependientes, los talleres de igualdad de género, de desarrollo personal, de mediación en salud, etc. incorporan a 836 internos.

Durante este año, así mismo, se ha hecho un esfuerzo importante para posibilitar el cumplimiento eficaz de las penas de trabajo en beneficio de la comunidad. En estos momentos, 33 ayuntamientos de la provincia han firmado convenios con Instituciones Penitenciarias para proveer 196 plazas de cumplimiento. A ello hay que añadir 173 plazas ofertadas por 20 organizaciones públicas y privadas.

Los profesionales de nuestros centros penitenciarios están gestionando, también de forma ejemplar, los módulos de respeto de hombres y de mujeres en Castellón I o las dos unidades terapéuticas y educativas de Castellón II. En estos módulos de especial intervención se apuesta por el encuentro permanente entre profesionales e internos. Un modo de hacer donde priman la cohesión, la solidaridad, la comunicación y la tolerancia.

Gracias a la excelente labor de esos profesionales, a su esfuerzo constante y a su gran preparación, este año las unidades terapéuticas y educativas de Castellón II han sido galardonadas con la Mención Honorífica a las Buenas Prácticas en el Sistema Penitenciario. Dicho premio está siendo recogido en estos momentos de las manos del ministro del Interior, por la directora de Castellón II, acompañada de un educador y un interno del centro. Por este motivo, Ana Acosta no ha podido acompañarnos hoy y está siendo representada por el subdirector médico del centro.

Esta es también la realidad de nuestras prisiones. Más allá de titulares mediáticos; más allá de incomprensiones atávicas. Nuestros centros penitenciarios son instituciones vivas y vividas. Por ello tenemos la obligación dar a conocer lo mucho y bueno que se hace en ellas.

Por eso, y porque los ciudadanos tienen el derecho a saber en que se emplean los recursos del Estado y deben tener conciencia del esfuerzo que cada día realizan los trabajadores penitenciarios para conseguir que aquellos que un día se equivocaron recuperen su sitio en nuestra sociedad.

La vida dentro la cárcel no es fácil. Ni tampoco lo es el trabajo en ella. Sé de la dificultad y la dureza del trabajo de los funcionarios y funcionarias de prisiones. Por ello sólo puedo expresar mi admiración y la del Gobierno de España por aquellos que como Javier, Diego, Antonio, Leopoldo, Francisco Javier, Manuel, Ramón, Jesús Javier, Ángel y José Antonio han dedicado su vida profesional a esta institución. Quiero agradecer de forma especial su dedicación a Roberto, que recibe hoy una condecoración y quien, gracias a su rápida intervención, logró, hace unos meses, salvar la vida de un interno en la prisión de Castellón II.

Y ya para terminar. Quiero, en este acto institucional del día de la Merced, rendir tributo de admiración a un servidor público ejemplar que nos dejó hace muy pocos días. Quiero que el recuerdo entrañable y sincero a Julián Blanco ilumine esta jornada. Que su magisterio como empleado público y su compromiso con una sociedad mejor, más justa y más solidaria nos guíe en la enorme tarea que todos y todas tenemos por delante. Gracias Julián. Buenas tardes, mucha suerte y feliz día de la Merced.

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