10 diciembre 2011

Responsables

Publicado en Mediterráneo el 10 de diciembre de 2011.


A lo largo de los últimos años he reiterado desde esta tribuna la necesidad de situar la responsabilidad pública y personal en el eje de nuestra vida social. Y me va a perdonar usted, querido lector, la insistencia, pero voy a volver a escribir sobre ello. Porque tengo la convicción cierta de que no podremos superar la gravedad del presente sin la asunción de la responsabilidad que atañe a cada uno de nosotros. Es ahí donde radica el tránsito de la individualidad a la ciudadanía, donde anida la virtud ciudadana que nos hace algo más que la suma de individuos o individuas aislados. Por ello las dictaduras de todo tipo pretenden aniquilar la responsabilidad de cada uno bajo el mantra del designio nacional o colectivo; así los ciudadanos se convierten en súbditos sometidos a la arbitrariedad del poder y pierden su condición de agentes activos en la construcción de su proyecto de vida y de futuro en común.

Tal vez el largo y frío invierno del franquismo tenga algo (o mucho) que ver con nuestra esquiva relación con el concepto de responsabilidad. ¿Cuándo fue la última vez que usted escuchó a alguien decir, salvo que sea para apuntarse un éxito, que "soy responsable de que esto o aquello se haya hecho de esta o de aquella manera"? Estoy convencido de que tendrá que hacer muchos menos esfuerzos para recordar quién le dijo que la "culpa" es de su jefa, o de sus trabajadores, o del Gobierno, o del profesor, o de la jueza, o del médico, o del alcalde, o de su hija... o de los mercados, o de Europa, o de los chinos. Siempre hay un aliviadero por el que diluir nuestra responsabilidad, un chivo expiatorio tras el que agazaparse.

El presidente Rodríguez Zapatero asumió hace unos días su responsabilidad en la alta tasa de desempleo que sufrimos. ¿Alguien más, ha escuchado a alguien más responsabilizarse de algo? Curiosamente, en las últimas semanas estamos empezando a vislumbrar que el problema no sólo estaba aquí, en La Moncloa; nos estamos enterando ahora (o eso dicen algunos) que el problema está en Europa. ¡Caramba! Hasta hace unos días la responsabilidad era de uno (Zapatero, claro), y de súbito nos encontramos con que ya no es nuestra sino de la Unión.

Mal, mal andamos. Difícil lo tenemos si no somos capaces todos y todas de asumir lo que a cada uno y a cada una nos corresponde. Y no se trata con ello de exonerar de responsabilidad a gobiernos y banqueros o a cualesquiera otros vectores del poder. En absoluto. Es evidente, por ejemplo, que en el hundimiento del sistema financiero valenciano, con la nacionalización de la CAM y del Banco de Valencia y la absorción de Bancaja en Bankia, el Consell de la Generalitat y los directivos de esas entidades tienen plena responsabilidad, aunque digan no tenerla. Pero es imprescindible que los ciudadanos y las ciudadanas asumamos también las nuestras, como electores, como usuarios, como trabajadores, como clientes…

Si de verdad queremos recuperar el futuro debemos afrontar los retos del presente con la determinación de sentirnos protagonistas de nuestro devenir. Cada uno en su ámbito de acción, ya sea política, institucional, empresarial, profesional, familiar o social. Sólo ciudadanos responsables son capaces de exigir con criterio y legitimidad responsabilidad a los otros. ¿Tiene, acaso, legitimidad para exigir esfuerzos y sacrificios a sus conciudadanos un político que alega ser irresponsable de todo, que dice no tener responsabilidad de nada? ¿Puede demandar virtud a los demás quién no la practica?

Vivimos un momento se severa incertidumbre. Nos esperan años difíciles que no se superarán con paños calientes para alegrar el oído de la concurrencia. Europa está enferma porque han cambiado los equilibrios en el ecosistema socioeconómico y político mundial. Está enfermo nuestro modelo de cohesión social, nacido en un entorno histórico bien distinto. No es sólo cuestión de especuladores financieros, banqueros sin escrúpulos o liderazgos políticos fútiles, que también. Los europeos, así en Bruselas como en Florencia o Castellón, estamos llamados a asumir responsabilidades para renovar nuestro Estado del bienestar y nuestra democracia abriendo nuevos territorios, nuevos marcos, nuevas actitudes, nuevas ilusiones. La crisis de nuestra civilización lo exige. Si no lo hacemos nos espera la oscuridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario