¿Sabías que Facebook no cuenta con más de nueve años de vida? ¿Y que hoy lo usamos casi 700 millones de personas cada día? O que hasta 2005 no podías ver y compatir vídeos en Youtube porque no existía; hoy, cada minuto se comparten tres millones de vídeos en esa plataforma. O que hasta mediados de 2006 no se puso en circulación el primer tweet y que hoy lo hacen casi 200 millones a diario. Hasta 2007 no sabíamos qué era un smartphone, un móvil inteligente, y hoy hay más de 2.000 millones funcionando en todo el mundo. Tampoco habíamos oído hablar de Android antes de 2008, ni habíamos leído un whatsapp hasta hace apenas cuatro años. Ah, el primer iPad fue presentado por Steve Jobs en enero de 2010, hace sólo tres años y medio. Más o menos cuando se creó Wikileaks. De todo esto, que hoy forma parte nuclear de nuestra forma de vida, no se hablaba hace 8 años. Ni siquiera podía imaginarse su existencia y menos el impacto y la penetración que iban a tener sobre nuestras vidas, cómo iban a cambiar nuestra percepción del espacio y del tiempo, cómo iban a transformar incluso nuestras relaciones personales, nuestra forma de entender la intermediación o la política. Cómo nos iban a permitir, también, compartir vivencias, experiencias, conocimientos, lo que compramos, lo que leemos, lo que comemos... y hasta lo que soñamos. Desde que IBM lanzara al mercado su primer ordenador personal allá por 1981 han sido tantos y tan profundos los cambios (tecnológicos, económicos, sociales o geopolíticos) que estamos viviendo que sólo el desconocimiento interesado o la ignorancia más absoluta pueden pretender hacer valer hoy lo que valía antes. En todo, también, y especialmente, en la política.
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