08 agosto 2014

Revisionismo histórico contra el socialismo democrático

La revisión de lo que durante tiempo se ha tenido por razón histórica es una práctica habitual, enriquecedora desde el punto de vista de la ciencia y del entendimiento social de los procesos históricos. La aparición de nuevas evidencias o de testimonios desconocidos, la construcción de nuevos métodos de análisis que permiten nuevas perspectivas en la interpretación de los hechos conocidos, la refutación de visiones falsas creadas por la propaganda seudocientífica de regímenes totalitarios... han conducido de forma habitual al replanteamiento de argumentos históricos que aparecían como inalterables. Ocurre también que esa revisión se produce, en demasiadas ocasiones, al margen de la ciencia, con la voluntad de mistificar la realidad de lo que pasó, tergiversando los hechos y forzando interpretaciones que no persiguen una mejor comprensión del pasado sino una determinada visión de la historia que permita justificar el presente. La ciencia deja paso a la propaganda partidaria, de lo que tenemos ejemplos sin fin. Viene esto a cuento de lo que uno lee a menudo entre los comentarios a noticias de la prensa digital o en las redes sociales respecto de papel del socialismo democrático en la historia de Europa y de las y los europeos. Un papel sin duda contradictorio, como el de cualquier opción política y partidaria en el devenir de la historia, pero determinante en la construcción de sociedades más libres, más igualitarias y más democráticas en Europa, y también en España. Ha estado siempre en la voluntad de la derecha ideológica, política y económica así hacerlo. Y lo ha estado, durante décadas, en la de otras izquierdas, que creen encontrar ahí la apertura de espacios de oportunidad partidaria. El socialismo democrático ha sido la gran fuerza transformadora de la izquierda y de las clases populares europeas desde la Segunda Guerra Mundial. Precisa ahora, en el cambio de era histórica que vivimos, profundos cambios organizativos, discursivos, de relación con la sociedad. La controversia y la discusión en torno a ello es y será enriquecedora, sin duda. Pero eso nada tiene que ver con el falseamiento y el enmascaramiento de su contribución decisiva al bienestar y la dignidad de generaciones de hombres y mujeres y el ocultamiento decidido sobre su capacidad modernizadora en el tiempo que viene.


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