07 noviembre 2012

Un Consell de la Generalitat paralizado y bloqueado

Me decía el otro día un farmacéutico de Castellón que se sentía asqueado de la situación a la que les había abocado el Consell de la Generalitat. Se veía estafado, engañado, ninguneado por el Gobierno de Fabra. Falsas promesas reiteradamente incumplidas y un escenario de futuro que hace inviable la pervivencia de muchas farmacias, endeudadas por la irresponsabilidad de unos gobernantes incapaces. Se sentía abochornado, insistía, cada vez que un vecino llegaba a su farmacia con las recetas expedidas por el médico de turno y le decía que no podía afrontar los costes del repago. Esa sensación de desmoronamiento general del sistema de valores y principios que garantizaba nuestra convivencia y nuestra cohesión social. Hoy, los empresarios metalúrgicos valencianos, asociados en FEMEVAL, han dicho con rotunda claridad: "La situación actual es grave, pero más grave es que la Administración se olvide de su papel como generadora de políticas dinamizadoras de la economía." Un Gobierno, el de la Generalitat, del que dicen está paralizado y bloqueado. Mal, muy mal pinta el rumbo que ha tomado este país en los últimos tiempos. Ya no son sólo los analistas internacionales, ni los políticos de la oposición, ni los sindicatos, ni la Comisión Europea, ni las asociaciones de las víctimas de la crisis... Los empresarios valencianos, pequeños o grandes, tienen ya la certeza de la imposibilidad de salir del callejón sin salida en que nos encontramos sí no cambian las políticas públicas que están demoliendo el tejido social y económico del País. Fabra ha perdido ya todo crédito en apenas 16 meses de mandato. Su figura arroja una sola certeza: la del desgobierno, la incapacidad y la irrelevancia política. Vivimos momentos de extrema dificultad, sin duda; tiempos que precisan del liderazgo institucional que comprometa al conjunto de la sociedad a asumir las dificultades con voluntad concertada; que recupere, poco a poco pero sin pausa, la reputación de nuestra tierra arruinada por años de abandono moral; que escuche el grito de angustia de sus compatriotas y lo haga suyo. No hay ya mucho tiempo. Si no actuamos... si no actuamos mejor no pensarlo.

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