Hoy toman posesión de sus cargos los tres nuevos consellers que Alberto Fabra ha nombrado para, según dice, poner en marcha una nueva etapa del Consell de la Generalitat. Vaya por delante mi deseo de que los nuevos miembros del Gobierno valenciano desempeñen su misión con el mayor acierto en la defensa del interés general del pueblo han que vienen a servir. Ese acierto personal, no obstante, va a ser incompatible con la continuidad de las políticas liquidacionistas y el seguidismo practicadas por el Consell hasta el momento. Nada irá a mejor si no cambian las políticas. Y no parece que eso esté en el ánimo del jefe de la derecha valenciana al promover esta crisis gubernamental. Alberto Fabra ha cambiado su Gobierno, una vez más, cuando otros han forzado su agenda. Lo ha hecho cuando su conseller de Hacienda ha tenido que dimitir por supuesta connivencia con el imputado Rafael Blasco por la trama de corrupción en la cooperación al desarrollo. En medio de la tramitación parlamentaria de unos presupuestos que ahora tendrá que defender quien no los ha ideado. Unos presupuestos muertos antes de nacer, que deberán ser corregidos a toda prisa para introducir los cambios organizativos que van a generar el nuevo organigrama del Consell. Improvisación tras improvisación para ocultar sobre la marcha los reiterados fracasos. Habrá que esperar, pero tengo la impresión de que de nada va a servir. Tejer y destejer para dejar pasar el tiempo a la espera de que algo ocurra, como Penélope.
Pénélope devant son métier à tisser. S.XV. Musée national de la Renaissance (Ecouen, Francia), vía Wikimedia Commons. Documento en dominio público. |
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