Dejó escrito Jean Jacques Rousseau que sólo las sociedades cohesionadas, aquellas, decía, en las que nadie pueda ser tan rico como para comprar a otro, ni tan pobre como para estar obligado a venderse para vivir, pueden garantizar la paz social necesaria para progresar. Hace 250 años que el sabio de Ginebra escribió estas palabras en pro de la igualdad en El contrato social. Hoy las políticas de desinversión pública y descapitalización social impuestas por las élites europeas y nacionales nos conducen, si la ciudadanía no lo remedia, a la destrucción del más preciado valor de nuestras sociedades: la cohesión, la justicia social, la igualdad de oportunidades para todos y todas. El fetichismo del déficit ha convertido la necesaria y deseable austeridad en la gestión de lo público en la coartada perfecta para la liquidación del sueño posible de la igualdad. Es falso que esa sea la vía para garantizar un futuro mejor a las y los europeos. Porque es, precisamente, la identidad igualitaria de la Europa social su más eficaz ventaja competitiva frente a otros modelos de crecimiento y desarrollo. Los Díaz Ferrán de turno, indignos e indecentes devoradores de dignidades y decencias ajenas, no pueden ganar esta batalla, no pueden robarnos también nuestra libertad para ser iguales siendo diferentes.
Demand the Beveridge Plan. 1944. London School of Economics Library, vía Flickr. Documento sin restricciones conocidas de derechos de autor. Comienza el sueño social europeo. |
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