El conocimiento de cuanto ha venido ocurriendo en el entorno de Gerardo Díaz Ferrán, el expresidente de los empresarios españoles, provoca arcadas de indignación entre la ciudadanía. La catadura moral del personaje, el mismo que ya al comienzo de la crisis reclamaba trabajar más y cobrar menos a los empleados españoles, y de los liquidadores que le acompañan ilustra el cúmulo de sínvergüencería que campa entre supuestos empresarios, revientapatrias de postín, dedicados al saqueo de bienes públicos y privados a costa de la sociedad. La obscenidad con que estos tipos y otros de apariencia honorable se conducen en medio del naufragio económico y ético que sufrimos debe alentarnos para exigir la máxima contundencia en la persecución de la delincuencia de cuello blanco. Porque no habrá futuro, ni político ni económico, para nosotros si no erradicamos la indecencia que anida en el tuétano de determinados sectores de nuestro cuerpo social.
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