Uno de cada tres valencianos es pobre. Casi el 32 por ciento de entre nosotros habita en el territorio de la exclusión social. Somos la comunidad autónoma con mayor porcentaje de población en esa situación. Así lo constata la fundación Foessa en su informe anual sobre exclusión y desarrollo social. La llamada a ser por los publicistas del régimen de la indecencia la tierra de la prosperidad, locomotora de las Europas, es, en realidad, la tierra de la indignidad. Es la crisis y mucho más. Son lustros de destrucción de los instrumentos de igualación y cohesión social. 20 años de desmantelamiento de los sistemas públicos de sanidad, educación, innovación y protección social mientras se blandía el becerro de oro de la especulación a toda costa. 20 años de denuncias perpetuas desde la oposición socialista y del resto de la izquierda y organizaciones sociales, acalladas contumazmente por el conglomerado mediático urdido por el poder, colaborador necesario en la gran estafa. Éramos malos valencianos porque denunciábamos la estrategia de saqueo y deconstrucción social definida desde la llegada de Zaplana al Palau de la Generalitat. Y ellos, los buenos valencianos, los de verdad, los defensores de la valencianidad bien entendida nos dejan ahora la ruina social, económica y moral. Uno de cada tres de nosotros y nosotras somos pobres. Gracias por siempre a los Fabra de turno por tanto honor. Nunca os olvidaremos.
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