09 noviembre 2014

Democracia deliberativa o democracia emocional

Democracia deliberativa o democracia emocional. Ese es debate nuclear que el cambio de tiempo que vivimos alberga en relación con las formas y los modos de la política. Qué peso han de tener la razón o las emociones en la definición de esa nueva política. En qué medida los constructos del pensamiento y de la reflexión determinan la acción pública o son los estados de ánimo individuales o colectivos los que la rigen. No se plantea por vez primera, es claro. La Europa de los 20 y los 30 del siglo pasado vivió ese conflicto con radicalidad y el mundo lo sufrió entre 1939 y 1945. La novedad hoy es que, frente al declarado antidemocratismo del irracionalismo de entonces, la política de las emociones habla de más democracia. Los cambios profundos que vienen dándose en la dimensión espaciotemporal, la desintermediación creciente y el estado de conexión permanente acrecientan la percepción de que la democracia es compatible con la instantaneidad de las decisiones que parece exigir nuestro tiempo. Que la política emocional, sujeta a la futilidad de los estados de ánimo, devenga en democracia empática depende de nuestra capacidad para que la deliberación (esencia real de la democracia) atienda al tiempo a la razón y a las emociones.


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