En este tiempo de trazo grueso y estruendo perpetuo parecen desdibujarse los límites entre ser o no ser progresista. Dicen algunos que ya no sirven las viejas etiquetas de izquierda y derecha, los matices que nos han servido para definir territorios contrapuestos en el entendimiento de la convivencia y del orden social. Puede que tengan razón quienes así piensan. Yo me resisto, no obstante, a ello. Para mí ser progresista es creer que el pasado no puede arruinar el futuro. Que el cielo se toma por convencimiento y no por asalto. Es denunciar la impostura y combatir la deslealtad hacia quienes necesitan compromiso. Y ser firme en lo que iguala sin renunciar a la diferencia. Progresista es, para mí, conmoverse por la cotidianidad privada y desconfiar de la heroicidad pública. Sentir sin perder la razón y razonar sin abandonar el sentimiento. Comprender, aún sin entender, los motivos del otro. Luchar por defender a aquellos y aquellas que obligan a callar. Imaginar espacios intransitados para compartir sueños de igualdad. Ser libre y hacer que otros lo sean, de verdad, sin dominación alguna. Es, también, preferir una sonrisa tierna a una carcajada estruendosa, la palabra al golpe, la lealtad a la fidelidad. Convencer. Denunciar. Conmover. Sentir. Razonar. Comprender. Luchar. Imaginar. Soñar. Igualar. Distinguir. Liberar. Sonreír. Hablar. Escuchar. Futuro. Eso es para mí ser progresista.
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Lewis Hine. Little spinner in Globe Cotton Mill. Overseer said she was regularly employed there. Augusta, Ga, January 1909. The U.S. National Archives. Sin restricciones de derechos por autor conocidas |
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