17 enero 2014

La ciencia muere de austericidio

Juan Carlos Izpisúa ha anunciado que se ve obligado a emigrar por los recortes en la investigación biomédica y la falta de respaldos políticos. El director del Centro de medicina regenerativa de Barcelona, uno de nuestros científicos más reputados internacionalmente, se suma al rosario de prestigiosos investigadores que están siendo expulsados de nuestro país por la ceguera dominante. España se convirtió en 2010 en la octava potencia científica del mundo, especialmente en ámbitos tan determinantes para el futuro de nuestra competitividad como la biomedicina o la investigación aplicada a las nuevas fuentes energéticas. Hoy nuestra ciencia se debate de nuevo entre el exilio o la muerte. Pérdidas irreparables para nuestro futuro colectivo. No es sólo la élite, son los miles de científicos que nutrían la red tejida durante los últimos 30 años y que ahora naufragan en el marasmo austericida. Dirán los contables que todo va bien, que la recesión ya es cosa del pasado. Ocurre aquí y en el resto del mundo occidental. Más vale eso que una patada en la boca. Pero no nos convencerán de que esa forma de salir del túnel vaya a llevarnos a un futuro mejor.


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