#soncorrupcioppcv El caso de Francisco Martínez Capdevila es paradigma de lo ocurrido en la vida política valenciana con el PP instalado en el poder absoluto. De cómo los gaviotas ocuparon las instituciones y las corrompieron hasta lo indecible, vaciándolas de ética y de recursos transferidos a cuentas y patrimonios privados. De cómo el partido, su partido, se benefició consciente y sistemáticamente de la compra de voluntades en convivencia con parte del poder mediático para acumular éxitos electorales sin fin. De cómo la oposición política fue laminada y perseguida durante años y sus reiteradas denuncias desoídas por quienes, pudiendo por su papel en el partido o en las instituciones, no quisieron hacer nada por acabar con las fechorías. De cómo una parte importante de la ciudadanía, la misma que hoy se rasga las vestiduras contra la política y los políticos todos, decidió mirar para otro lado y seguir alimentando a la bestia. Nada de cuanto ahora se sabe de Martínez, y de tantos otros personajes de similar catadura, es nuevo. Nada. Ni para la sociedad ni para quienes lo han mantenido, y lo mantienen aún tras las apariencias, en sus cargos. Lo viene diciendo Ximo Puig Ferrer y el PSPV: es imperativa una reactivación democrática que barra de la escena pública tanta miseria moral y restablezca la dignidad y la decencia en la política valenciana.
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