Oía ayer en la radio a un tertuliano decir que sobre el 11M había que superar la división creada entorno a su explicación y renunciar a las posiciones antagónicas de cada postura para encontrar puntos de encuentro. De nuevo el discurso de la falsa equidistancia, otra vez la argumentación de que todos hemos tenido la culpa sobre lo ocurrido. Resulta que se produce el mayor atentado terrorista de la historia de nuestra democracia (el mayor acto terrorista de nuestra historia fue el golpe de Estado de julio del 36 y la política de exterminio posterior). El gobierno de turno manipula u oculta las pruebas iniciales para establecer un relato que cree favorable a sus intereses partidarios (favorecer la primera candidatura de Rajoy a la presidencia del Gobierno). Se abre un proceso judicial con todos los medios posibles y una comisión parlamentaria de la verdad. La Justicia determina las responsabilidades y emite sentencia fijando posición jurídica. La comisión parlamentaria analiza los hechos desde la perspectiva política y establece las mismas conclusiones suscritas por todos los grupos menos uno. Ese grupo, el PP, inicia una campaña de desestabilización antisistema contra lo convenido por la Justicia y el Parlamento. El conglomerado mediáticoempresarial que retroalimenta a la derecha política pone en marcha un aquelarre salvaje de desacreditación de jueces, policías, víctimas y políticos discrepantes de la conspiración. El agregado políticoempresarial mantiene el pulso al Estado y a la memoria de las víctimas durante años, con la aquiescencia necesaria y proactiva de Mariano Rajoy y la dirección gaviota. Estos días, diez años después, todavía siguen lanzando dudas sobre las investigaciones policiales y las certezas judiciales. Nadie ha pedido perdón por lo ocurrido. Nadie. Y después de todo esto resulta que todos somos responsables de la supuesta división sobre lo ocurrido. Pues no, no es verdad. En esto, como en tantos y tantos asuntos, son unos los que han sembrado la división. Son unos los que han mentido a sabiendas, los que han usado vilmente la sangre de las víctimas para sacar beneficios partidistas, los que han arrojado a unos españoles contra otros para desgastar a quienes, más que adversarios, consideran enemigos políticos. Y son ellos, los del partido de Rajoy y su entramado mediático, los que deben pedir perdón y asumir la verdad. Y si no son capaces no merecen la dignidad democrática.
Animal imaginario. Ilustración de un Libro de horas de finales del siglo XV. Yale University Beinecke Rare Book & Manuscript Library. Vía The Public Domain Review |
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