16 julio 2012

La gran mentira


No hay que dejar de insistir en una verdad que a fuerza de ser negada por el poder político-mediático puede llegar a ser ignorada por parte de la ciudadanía. Cuando el Partido Popular se presentó ante el electorado el otoño pasado sabía perfectamente la gravedad de la situación a la que nos enfrentábamos. Lo sabía entonces y lo supo desde mucho antes. Conocía la situación de las Comunidades Autónomas, que gobernaba ya en su gran mayoría. Conocía la opinión de los líderes europeos, muy mayoritariamente enrolados en el Partido Popular europeo. Conocía las dificultades bancarias, vinculado estrechamente como está al poder financiero. Era conocedor de las estrecheces de nuestros ayuntamientos, gobernados por la derecha en su mayor parte desde hace años. Sabía que su programa, en aquello que refería a la resolución de la crisis, era una gran mentira, una estafa. No era un programa para salir de la crisis; era un mero trámite, falaz, para ocupar el único espacio de poder que no controlaba: el Gobierno de España. Conseguido el objetivo se dispuso a llevar a cabo lo que realmente importaba: la liquidación del progreso social y político en nuestro país. Es nuestro estado del bienestar, sí, pero no sólo. Es también nuestro sistema institucional, es nuestra radiotelevisión pública, es nuestra organización territorial. Es el rearme ideológico, en las costumbres, en la forma de conducir la vida pública, en las relaciones sociales y laborales, de una derecha que nunca reconoció a Zapatero como legítimo gobernante y que no dejó en sus ocho años de gobierno en emplear todas las herramientas que su inmenso poder le proporciona para derribarlo. Eso lo sabíamos muchos. Otros no quisieron saberlo.


1 comentario:

  1. La gran mentira debería de ser contestada por la gran verdad, aunque, no se porqué, esta última no se escucha o, al menos, no con la suficiente contundencia.

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