Se dice por ahí que uno de los jefes del TDT Party, Javier Algarra, ha cobrado 15.000 euros del ayuntamiento popularista de Estepona por dar una charla de media hora sobre la importancia de los cascos históricos de las ciudades. Dicen que es mucho dinero para tan poca cosa. Digo yo que es poco para lo mucho que este tipo y su clan hacen a diario en beneficio del partido gaviota. Recuerdo a Algarra de los primeros 90s en RNE, con Sáenz de Buruaga. Parecían otra cosa. Después el PP convirtió las televisiones públicas en repartidoras de dádivas y sobresueldos a una caterva de agitadores ultras y algún que otro disidente que daba patena democrática. Los algarras (dígase de esa especie calumniosa de estómagos sin fondo y lenguas envenenadas) prosperaron allí y en centenares de televisiones alegales desde donde predicaron el evangelio de la indignidad mientras cobraban, en diferido y de forma simulada, sobres sin cuenta mediante subvenciones encubiertas. Ahora son ellos quienes guardan las esencias de la moral, son ellos quienes dan o quitan créditos democráticos, son ellos quienes llaman a la rebelión contra la política. Y les siguen pagando para que así sea. Cuanto más fétido sea el lodazal, mejor. Son la otra cara, la infantería necesaria para que el liquidacionismo prosiga con su plan. No, no me extraña lo de los 15.000 euros de Algarra. Me indigna, pero no me extraña. Y mientras el plasma sigue hablando de los recortes impuestos. ¡Poca vergüenza!
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