27 julio 2014

La necesaria revolución energética

He leído en algún medio digital que existe preocupación entre las grandes empresas energéticas por las ideas de Pedro Sánchez sobre la necesaria desoligopolización del sector en España, su apuesta por impulsar el autoconsumo eléctrico de hogares y empresas y la potenciación de las renovables. He escrito yo varias veces aquí sobre esos aspectos que me parecen cruciales para nuestro futuro político y económico. El oligopolio que mantienen de facto las cinco grandes compañías energéticas españolas es un factor altamente distorsionador de la calidad democrática de nuestro sistema. Su influencia sobre la vida institucional, sobre el reconocimiento de los derechos de consumidores y usuarios y sobre la democratización del acceso a la energía, que deriva en el alto porcentaje de pobre energéticos en nuestra sociedad, exige de medidas audaces, irrenunciables desde una opción realmente progresista. Determinante en esa estrategia ha de ser propiciar la producción distribuida, descentralizada de energía, en un territorio como el español con unas condiciones naturales privilegiadas para ello. Hacer de cada edificio, empresarial o residencial, una central de producción y aprovechamiento energético; favorecer que los excedentes de consumo viertan a la red general aportando beneficios al pequeño productor; repensar el sistema energético, en definitiva, con las claves de internet, convirtiendo a cada usuario en contribuyente activo al sostenimiento de los beneficios de todos. No es una ensoñación naif, como algunos se apresuran en descalificar; es una reforma necesaria, revolucionaria que redundaría en la eficiencia energética del sistema en su globalidad, en el empoderamiento de los ciudadanos-consumidores, en la creación de empleos cualificados de nueva generación y en la transformación de las estructuras de poder en nuestro país. Una oportunidad para recobrar el aliento.


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