24 julio 2014

"¡Qué hijo de puta!", Carlos Fabra dixit

Corría el verano de 2008 cuando los micrófonos del salón de plenos de la Diputación de Castelló registraban aquel "¡qué hijo de puta!" dedicado por el entonces presidente de la institución y jefe provincial del movimiento gaviota Carlos Fabra al líder socialista Francesc Colomer. Recién había concluído la última sesión plenaria, tensa y bronca como gustaba al padrino fabrista. La bancada popular había estado a la altura que de ella se esperaba: carcajadas de aliento y aprobación a cada una de las exhibiciones de chulería y prepotencia del capo contra la oposición socialista. Nada de particular. Era lo habitual en aquella casa, ocupada durante lustros por Fabra y su familia política como si de su oficina de negocios y colocación se tratara. Años de poder absoluto y arbitrario, de favores y de persecuciones, de política malsana y ruin. Años de silencios cóplices, de adhesiones inquebrantables por muchos y muchas que hoy callan. Y de colaboraciones necesarias, tantas y tan entregadas a la causa desde los más variopintos espacios de una sociedad anclada en el tiempo político de los caciques decimonónicos. Hoy el jefe ya no ejerce, condenado y recondenado por delitos contra la ciudadanía y el Estado. Pero muchos de los que aquella tarde de julio de 2008, como tantas otras, aclamaban los alardes autocráticos del maestro siguen hoy bien viviendo del erario público. Algunos, aún, en el mismo banco de gobierno desde el que entonces insultaban a Colomer y sus compañeros y compañeras de oposición. Todavía queda mucho por hacer.

PD: voces libres y valientes como las de Miguel Ángel Campos y María Fabra, desde la Cadena Ser y El País, han sido imprescindibles para el comienzo del fin del fabrismo. Gracias por siempre, queridos.


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