La Policía concluye que las prácticas del PP valenciano para conseguir financiación en B vienen de 2002, al menos. Que ya ese año el popularismo valenciano había montado el entramado que le permitía recaudar ilegalmente millones de euros a cambio de favores en la adjudicación de contratos públicos a las empresas donantes. Que el Bigotes ya actuaba entonces como intermediario en el cobro de mordidas destinadas a la caja negra del partido de Fabra. Y que desde entonces, por lo menos, el PP ha financiado sus campañas electorales y sus actos de propaganda a cargo de ese fondo ilegítimo. Como Lance Armstrong y sus siete tours, dopados hasta las cejas. Primero con Zaplana y Olivas. Después con todos los demás. Las denuncias continuas que desde entonces planteó el PSPV y el resto de la izquierda valenciana, y que ahora se sustancian en decenas de procedimientos judiciales por corrupción, fueron desoídas por gran parte de la ciudadanía y orilladas por la mayoría de los medios de comunicación. Hoy es un clamor. Ganaban, como Armstrong, elección tras elección dopados con millones de euros llegados de cloacas inmundas. Y allí estaban Zaplana, Olivas, Camps, Cotino, Blasco... y también Barberá, los Fabra, Moliner, Ripoll, Rus, Castellano y tantos otros. Todos sacaron tajada electoral del conjunto de tramas corruptas que alimentaba sin fin la panza gaviota valenciana. Todos, sin excepción, por acción o por omisión. Ahora ya nadie puede alegar desconocimiento. Blanco y en botella. Cada cual que asuma su responsabilidad.
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