09 julio 2012

Iluminados

Dicen los astrónomos que Valencia es la ciudad con mayor contaminación lumínica de España y, probablemente, de Europa. La ciudad más iluminada. No sé si eso influirá en la acumulación de iluminados que anida en nuestra tierra, lo que si que es seguro es que esa afirmación da luz sobre los excesos cometidos. Nada más hay que viajar por Europa, ya sea del norte o del sur, para darnos cuenta de que lo nuestro no es normal. Que tenemos un sentido de la desmesura poco compartido. El gasto que nuestros ayuntamientos (léase, cada uno de nosotros y de nosotras) soportan por convertir la noche en día en nuestras calles está fuera de todo sentido común. Sé que se ha hecho un gran esfuerzo durante los últimos años para reducir ese despropósito, pero ha sido tal el desvarío que todavía queda mucho por hacer. A los ciudadanos hay que explicarnos que ese empeño iluminador no es sostenible ni económica ni medioambientalmente. Y a ciertos munícipes que no es ese el camino para acrecentar el patrimonio de determinados amigos. Si seguimos empeñados en leer a la luz de las farolas acabaremos por perder la vista. Tal vez sea por eso por lo que no hemos visto llegar lo que se nos ha echado encima.

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