Sé, Merche, que hubieras estado en París gritando por la libertad. Hubieras estado con tu corazón inmenso, con tu compromiso perpetuo, con tu vitalidad inabarcable. Nos hubieras convocado a todos y a todas, tu gente, tanta, a estar allí. Como estuviste siempre en toda causa que hablara de solidaridad, de igualdad, de libertad. Esta vez no pudiste. La vida que tanto amabas te dejó, se te escapó este fin de semana. Y tú nos dejaste a todos huérfanos de tu pasión, de tu aliento, de tu talento insustituible. Sonrisa impenitente, calor mediterráneo bajo el que cobijabas ilusiones, sueños, palabras y emociones propias y ajenas. Siempre, siempre el amor. Hacia todo y para todos. Pasión por lo imperceptible, por aquello que muchos tardábamos en ver, en sentir. Aprendimos tanto contigo, a ver sin mirar, a oír sin escuchar, a sentir sin estar y a estar, escuchar y mirar la vida con intensidad. ¿Te acuerdas, aquel día de junio de hace casi 30 años, en la biblioteca pública de Castellón? Empezábamos. Tanto tiempo ya, tanto vivido. Pfffff, Merche, cuánto nos va a costar y cuánto vamos a lamentar no vivirte. Porque, sabes, en torno a ti hemos construido muchos y muchas gran parte de nuestras vidas, de nuestros proyectos, de nuestras querencias, de nuestras costumbres. Gracias siempre, querida luchadora.
Merxe Escrig Conway nos dejó la madrugada del sábado en Cambridge, abrazada a Julián, Mario y Ángela. Sabéis que nunca dejaremos de quereros. Siempre estaréis, los cuatro, en nuestras vidas. Dolor.
Merxe Escrig Conway nos dejó la madrugada del sábado en Cambridge, abrazada a Julián, Mario y Ángela. Sabéis que nunca dejaremos de quereros. Siempre estaréis, los cuatro, en nuestras vidas. Dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario