Parece que está establecido por algunos que criticar la ausencia de mujeres en el gobierno de Tsipras es apoyar el austericidio. Que denunciarlo es aplaudir a la troika y combatir una alternativa social frente al poder financiero instalado en Europa. Así parece. Pues yo digo que me satisfacen tanto las medidas de regeneración social tomadas ayer por el gobierno griego como me indigna que en él tenga cabida la derecha de Kamenos y no quepa una sola mujer. Y me desagrada más aún lo que leo y oigo aquí para justificar tan clamorosa ausencia. Eso de que le pregunten a los griegos si prefieren comer o tener mujeres en su gobierno es una trampa inaceptable. ¿Y si le preguntamos a las familias de las víctimas de asesinato si están o no por la pena de muerte para los asesinos? Un debate falso. La igualdad no es troceable. La vieja izquierda, durante décadas, renunció a la igualdad de género como objetivo esencial de su discurso y su práxis política. Simplemente no se contemplaba, al menos entre la inmensa mayoría. No será hasta los años 60 y 70 cuando la lucha de las mujeres por la igualdad real comienza a abrir espacios en las propuestas progresistas. Y todavía hoy continua siendo más deseo que realidad. No, no hay igualdad y justicia social sin igualdad de género. No la hay. Es esencialmente imposible. Y no, no es creíble que ni una sola mujer esté capacitada en Grecia para afrontar los gravísimos retos que tiene su gobierno. El mensaje de Tsipras es demoledor: esto es cosa de hombres, cuando lo solucionemos ya os dejaremos espacios. Y lo es, más aún, convertido como se ha dicho en referencia de otra Europa posible. No, me indigna. Y sí, me indigna desde la izquierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario