#StopMachismo Teresa y Natividad fueron asesinadas ayer en Elx. Otra vez a manos de un tipo que decía quererlas. El excompañero de Teresa las mató y después se suicidó. Teresa lo había denunciado hace año y medio por maltrato psicológico continuado; el tipo fue absuelto en el juicio. Parece que durante un tiempo una orden de alejamiento le obligaba a no acercarse a ella; ya había prescrito. Parece, también, que el fulano llevaba días anunciando que iba a matar a su expareja; nadie dijo ni hizo nada. La mató y mató también a Natividad; el suicidio vino después, lamentablemente. ¿Cuántas humillaciones, cuántas vejaciones, cuántas ofensas, cuántos desprecios debió sufrir Teresa antes de ser asesinada por este macho alfa encabritado? Nos indignamos enfurecidamente cuando los totalitaristas golpean nuestra sociedad como hicieron hace unos días en París. Y lo hacemos con razón. Pero asumimos con desgraciada naturalidad el reguero de sangre y dolor que tan a menudo provoca el machismo criminal entre nosotros. O el clima de indignidad que genera en miles y miles de hogares. El machismo siembra el germen del más vil de los totalitarismos: el que alienta, legítima y perpetúa el sometimiento de ellas a los valores que empoderan a ellos, a nosotros. El asesino de Teresa y de Natividad es un criminal, responsable último de sus actos miserables. Pero es el machismo, las relaciones de poder que establece, la desigualdad indecente que impone, lo que debe ser combatido hasta el fin.
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