A estas alturas ya uno está curado de espanto. Pero lo del PP valenciano con el AVE a Castellón es de un cinismo fuera de toda consideración. Durante años convirtieron el tema en el estandarte de su cruzada contra del Gobierno socialista de Zapatero. Lanzaron todo su potencial mediático (que en Castellón es abrumador) para proclamar la, según ellos, discriminación insoportable que padecía la provincia por la no llegada de la alta velocidad ferroviaria: "sin AVE no hay futuro", "sin AVE no podemos generar riqueza", decían. Eran los años, ya en plena crisis, en que el Gobierno llevó el AVE a Valencia. Eran los años en que el Gobierno, acuciado ya por la crisis de la deuda, buscó alternativas financieras dentro y fuera de España para traer el AVE a Castellón. Eran los años en que el Gobierno, acusado aquí por los Fabra y su séquito mediático-partidario de traidor, diseñó una estrategia detallada y planificada para desarrollar el Corredor Mediterráneo, y dentro de él el AVE Valencia-Castellón-Barcelona, antes de 2020. Ahora quienes aquello decían mientras eso se hacía dicen que no saben ni cuándo ni cómo unirán las dos principales ciudades del arco mediterráneo español con alta velocidad. Se veía venir desde que la ministra Pastor, al poco de llegar a Fomento, bloqueó en Europa la financiación del corredor; nuestro AVE sólo tiene sentido ahí, y sólo como parte del corredor mediterráneo recibirá la imprescindible financiación europea. La derecha no entiende la España en red; para ellos nuestro corredor no es prioritario. Y el AVE a Castellón tampoco. Resulta patético recordar ahora a Alberto Fabra simulando liderar a las ciudades del corredor mediterráneo en aquellos actos de propaganda celebrados en la capital de La Plana. Debe andar escondido tras los tapices del Palau de la Generalitat... o no. Es cuestión de dignidad política.
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