La escalada de declaraciones cruzadas que se inició con la multitudinaria manifestación de la Diada catalana augura un escenario convulso que en nada va a ayudar a resolver la problemática relación entre Cataluña y el resto de España. Unos y otros han abierto un tiempo en el que los halcones se muestran dispuestos a la confrontación y parecen renunciar a la negociación de salidas razonables para una crisis que ha eclosionado en el peor de los escenarios posibles. La incapacidad que ayer mostraron Rajoy y Mas para alumbrar siquiera espacios de mínimo entendimiento allana el camino a quienes prefieren las palabras gruesas y las demostraciones de fuerza que acabarán por provocar más dolor y más insatisfacción entre la ciudadanía. Aquellas mesas petitorias contra Cataluña, aquellos brindis con cava no catalán, aquellos recursos contra la convicción nacional de millones de catalanes y catalanas fueron los polvos de estos lodos en los que Mas y los suyos creen haber encontrado el santo grial con que purgar los desastres de su Gobierno. Hubo un tiempo en el que las gaviotas hicieron mofa y escarnio del talante, de la voluntad de negociación, del sentido de la mesura. Y ahora... ¿qué?
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