Resulta de interés hoy echar un vistazo a las cifras que da El País sobre la financiación legal de los partidos entre 1992 y 2007. Encontramos allí que los principales partidos de la derecha (PP, CiU y PNV) recaudaron en ese tiempo 82 millones de euros en donaciones anónimas reconocidas oficialmente frente a los poco más de siete ingresados por la izquierda (PSOE, PSC e IU). Esto es, sin contabilizar los ingresos opacos, ilegales, la derecha multiplicó su disponibilidad de recursos financieros en casi 12 veces en relación con los captados por la izquierda. Si a ello sumamos el respaldo atronadoramente mayoritario del poder mediático a las opciones conservadoras y los entramados caciquiles y corruptos que conocemos entenderemos mucho de lo que ha pasado y pasa en nuestro país. Es una lucha tremendamente desigual. Por eso es tan determinante para la izquierda la política y el poder democrático, preservar el espacio público de la democracia a salvo de la ingerencia del capital. Ese es el único territorio que nos iguala, el único desde el que podemos construir libertad real para todos y para todas, el único desde el que extender derechos y ampliar el futuro. Por eso, también, quieren los poderosos que renunciemos a ella, que la denigremos, que la vaciemos de su capacidad transformadora. Sin política los que no tienen nunca tendrán y los que mucho tienen tendrán cada vez más. Eso es lo que nos jugamos en este tiempo taimado y gris. Los liquidadores están dedicados en cuerpo y alma a ello. Plantémosles cara ya, mañana será tarde.
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