Más de 40 millones de euros es lo que costará a las empresas de transporte el cierre del viaducto de Contreras en la A3 que une Valencia y Madrid. Ese es el coste de la falta de mantenimiento y de los errores de una ejecución deficiente de las obras que a bombo y platillo inauguraran Zaplana y el Gobierno de Aznar hace 15 años. Contreras es un símbolo de cómo hicieron y hacen las cosas quienes nos gobiernan. Un ejemplo, también, de las consecuencias perversas del fetichismo de la desinversión pública. De cómo estamos echando a perder el capital social acumulado durante las últimas décadas. Del deterioro galopante de todo cuanto ha contribuido a la modernización de nuestro país a lo largo de este tiempo. Contreras es nuestra educación, nuestra sanidad, nuestro sistema de protección social, nuestras instituciones, nuestros derechos. Es el pan para hoy y el hambre para un mañana demoledor. Llegará ese día, si no lo remediamos, en que al despertar de esta pesadilla encontraremos las ruinas de lo que un día creímos ser y no supimos defender.
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