Alpha Pam buscó en España una oportunidad para alcanzar el futuro. Vino desde el Senegal, como miles de sus compatriotas, huyendo de la miseria y con la esperanza de poder construir su proyecto de vida. Alpha Pam murió hace unas semanas en Baleares enfermo de tuberculosis y víctima del apartheid sanitario de Rajoy y Mato. No mereció la atención médica por no tener papeles. Ni siquiera le atendieron adecuadamente en el servicio de urgencias del hospital público al que acudió cuando la enfermedad comenzó a apoderarse de su salud. Tenía 28 años en un país cuya esperanza de vida supera los 80. Alpha no cobraba sobresueldos, ni tenía cuentas en paraísos fiscales para pagarse el tratamiento que precisaba. Y la sanidad pública española, en estado de excepción desde el regreso del barcenismo al poder absoluto, lo entregó a la muerte. O pagas o mueres, elige. En esto nos estamos convirtiendo. En una sociedad sin alma, ruin, extraviada, empujada por los liquidadores a la sima de la indecencia más absoluta. ¿Cuántos Alpha Pam más? ¿Cuántos viven ya el estigma del apartheid en silencio, ocultos? Ana Mato, la de las fiestas, bolsos, coches y vacaciones pagadas, según dicen, por Gürtel, sigue al frente del Sistema Nacional de Salud. Probablemente no sienta el más mínimo remordimiento por la muerte de este joven. Y mientras oigo en la radio que Aznar cobró sobresueldos siendo ya presidente del Gobierno, en 1996. Y que el marido de Cospedal es uno de los donantes de fondos opacos al PP beneficiados por contratas públicas. Y que Cotino... ¡Ay, Cotino! Asco.
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Estado de excepción sanitaria, 23.08.2012
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