17 mayo 2013

Gallardón y el integrismo excluyente

#aborto En caso de que Ruiz Gallardón saque adelante su nueva ley sobre el aborto España se convertiría en el primer país de nuestro entorno en dar marcha atrás en los derechos reproductivos de la mujer. Ningún país de la Europa Occidental ha legislado la pérdida de derechos de las mujeres en esa materia una vez conseguidos. Por eso es tan importante frenar al Gobierno en su voluntad de regresar al tiempo del aborto clandestino y de los viajes a Londres o Amsterdam para abortar. Lo es porque no podemos consentir, las mujeres y los hombres de este país, la aberración que supone la prevalencia de los derechos del feto respecto de los de la mujer que le da vida portándolo en sus entrañas. Es tal sinsentido, tan absurdo privilegiar a quien puede ser respecto de quien es, obligar a una mujer que no quiere o no puede continuar su embarazo a hacerlo. No, no podemos permitirlo. Primero, porque esa decisión dramática, y siempre dolorosa, corresponde única y exclusivamente a la mujer: es su vida, es su cuerpo, sus entrañas, su decisión. Y segundo, porque tras la cruzada antiabortista (a la que tan generosamente ha prestado su imagen el ministro) está la determinación de un sector de la sociedad por imponer su sentido moral de la vida y de la igualdad al resto. Lo de menos, para ellos, es la vida del no nacido y sus derechos; lo de más, el triunfo del integrismo excluyente y la perpetuación de formas y modos de entender la vida basados en la desigualdad esencial entre géneros. La ley de 2010 es una buena ley, equiparable a las leyes que regulan el aborto en toda Europa. Fue fruto de amplísimo debate social, científico y político. Defendámosla. No es sólo cosa de mujeres, es un asunto que a todos nos compete.



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