Parece ser que el Real Madrid ha consumado el fichaje de Gareth Bale por 99 millones de euros. No sé cuántos le costaría al Barça el traspaso de Neymar; seguro que tampoco fue una nimiedad. Puede que entre ambos clubes gasten en torno a 250 millones este año en refuerzos. Me parece, francamente, una inmoralidad. Los clubes de fútbol son entidades privadas, de acuerdo... pero hasta cierto punto. Porque, ¿cuántos recursos públicos han destinado a ellos ayuntamientos y gobiernos autonómicos, recalificando, renegociando, condonando terrenos, patrocinios y deudas? Mejor no saberlo. Este país, esta sociedad no puede permitirse estos despropósitos. Igual me da que la gente lo reciba con alborozo; no y no. Hay que decirle a la sociedad que no podemos continuar así. No es decente. No es razonable. La situación que vivimos nos obliga a optar, a elegir una u otra forma de vida. ¿Podemos explicar a los contribuyentes alemanes, suecos u holandeses que necesitamos recursos de solidaridad del norte para reactivar nuestra economía mientras sacamos dineros a espuertas para pagar nuestro entretenimiento? Sí, ya sé que el fútbol es mucho más que eso, que genera actividad económica, que tiene una singular potencia promocional, que son sentimientos y también identidades. Bien, pero no. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el principal motor de la investigación científicotécnica en España, está a punto de colapsar porque el Gobierno no encuentra ¡75 millones! para cubrir sus deudas. En una sociedad decente alguien hubiera preguntado: "oigan tengo 100 millones para fichar a fulanito, ¿hay algo mejor en lo que me lo pueda gastar dadas las circunstancias?" En restablecer decenas de equipos de investigación arruinados por el austericidio, por ejemplo. No, es desalentador, y así no vamos a ningún lado. O sí, al lado oscuro.
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