#RajoySobra #Rajoydimisión #findelacita Mariano saltó del plasma antes de irse de vacaciones para convertir el Parlamento en una casa de citas (como ayer tuiteaba con acierto Pepe Reig). Sabíamos que no nos iba a defraudar. Es su ser, su forma de entender la política, y digo yo que será su modo también de estar en la vida. Llegó arrastrado por la oposición y por la prensa internacional y dedicó la mañana a abroncar a todo el mundo por hacerle caso a #Bárcenas y no a él. Convirtió a Rubalcaba en objetivo a batir e ignoró hirientemente al resto de portavoces parlamentarios. No fue, Mariano, a contar su versión sobre el barrizal en que él y los suyos nos han metido y mucho menos a decir la verdad. No. Compareció ante el Parlamento para hacer un ajuste de cuentas contra quienes, a la vista de lo mucho que hemos sabido desde el estallido de Gürtel hace cuatro años, llevan tiempo exigiendo sus explicaciones. Lo hizo, según él, para salvaguardar su honorabilidad y, sobretodo, para preservar el buen nombre de España ante el mundo. Lo hizo, según muchos, para seguir ganando tiempo en su huída hacia ninguna parte, porque ni la verdad, ni el honor ni España le importan un bledo. Reconoció haber confiado en Bárcenas, pero no dijo por qué siguió pagándole sueldo, Seguridad Social y defensa hasta hace cuatro días. Reconoció haber cobrado sobresueldos, pero no dijo ni cuánto, ni cuándo ni de dónde procedía ese dinero. Reconoció, en fin, haberse equivocado, pero no explicó cómo es posible que el supuesto equívoco durara más de 20 años sin que nadie preguntara de dónde salían los fajos de billetes que aparecían en los sobres. Y así, entre cita y cita recordando a los clásicos, fue convirtiendo la democracia en hilillos de plastilina retorcidos en torno a la pira crematoria a la que ha decidido arrojar el nulo crédito que le quedaba. No acabará bien esto, no acabará bien. Y él y sus mariachis, que ayer jalearon con fruición las bravatas de su jefe, tendrán la responsabilidad plena del desastre al que nos conducen. Ya sabéis lo que decía Lincoln: "Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo. Se puede engañar a algunos todo el tiempo. Pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”. #findelacita
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