Para Rafael Maluenda, viceportavoz parlamentario del PPCV, es lo mismo abrazar banderas y símbolos fascistas que ondear banderas republicanas. Acostumbrados nos tiene este veteranísimo diputado gaviota a sus provocaciones, mentiras y medias verdades. Así en esto, como otros de sus correligionarios jefezuelos del fabrismo gobernante. Para defender, aunque de forma taimada, a sus muchachos del brazo en alto y aguiluchos rampantes insisten en buscar la equidistancia entre la simbología nazi y franquista y la tricolor. Mal favor hacen a la democracia estos lenguaraces que deben precisamente sus cargos y sus sueldos públicos a ella. Y habrá que recordarles, a ellos y a todos, que la Transición restauró la legitimidad democrática que la Segunda República representaba históricamente, en España y fuera de ella. Y que la democracia republicana, sancionada por la Constitución de 1931, fue aniquilada por la guerra provocada por el golpe de estado ilegal de julio del 36. Y que los brazos en alto saludaron a las decenas de miles de compatriotas que fueron ejecutados por mil y un motivos en los primeros años del terror dictatorial. Y que millones de mujeres y hombres de este país fueron represaliados, humillados y vejados ante la bandera franquista por el mero hecho de querer ser ciudadanos o, simplemente, por la arbitrariedad instalada en el poder. La República nació y vivió por la voluntad de la ciudadanía, tan democrática entonces como ahora. Saben los maluendas de turno que es así, por más que esa constatación perturbe la simplicidad de sus argumentos inaceptables. Que a estas alturas tengamos que estar recordando tales obviedades no hace más que evidenciar la catadura política y moral de quienes así se conducen.
PD: Ayer, como cada 25 de agosto, París rememoraba su liberación de la ocupación nazi. El presidente Hollande, como cada uno de los presidentes franceses desde entonces, saludó, entre otras, a una bandera tricolor que representaba a los republicanos españoles que contribuyeron a ello.
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