Con la muerte de Eric Hobsbawm (1917-2012) perdemos al último gran historiador marxista de Occidente. Un pensador inagotable que iluminó como nadie el relato del siglo XX y alumbró el tránsito hacia el mundo que vivimos. Su obra intelectual y su compromiso político recorren nuestro pasado inmediato y discurren hacia un futuro que apenas vislumbramos.
- "no abandonemos las armas, ni siquiera en los momentos más difíciles. La injusticia social debe seguir siendo denunciada y combatida. El mundo no mejorará por sí solo." Años interesantes : una vida en el siglo XX, Barcelona, Crítica, 2003, p. 379.
- "En las postrimerías de esta centuria ha sido posible, por primera vez, vislumbrar cómo puede ser un mundo en el que el pasado ha perdido su función, incluido el pasado en el presente, en el que los viejos mapas que guiaban a los seres humanos, individual y colectivamente, por el trayecto de la vida ya no reproducen el paisaje en el que nos desplazamos y el océano por el que navegamos. Un mundo en el que no sólo no sabemos adónde nos dirigimos, sino tampoco adónde deberíamos dirigirnos." Historia del siglo XX : 1914-1991, Barcelona, Crítica, 2003, p. 26.
- "si la humanidad ha de tener un futuro, no será prolongando el pasado o el presente. Si intentamos construir el tercer milenio sobre estas bases fracasaremos. Y el precio del fracaso, esto es, la alternativa a una sociedad transformada, es la oscuridad." Historia del siglo XX : 1914-1991, Barcelona, Crítica, 2003, p. 576.
- "lo que no consigo ver claro es el futuro de las relaciones políticas y culturales entre los seres humanos. Porque gran parte de las soluciones, gran parte de las estructuras que teníamos en el pasado, han sido destruidas por el extraordinario dinamismo de la economía en que vivimos. Y esto está llevando progresivamente a hombres y mujeres a una situación en la que no pueden recurrir a reglas claras, a hacer proyectos, a su sentido común; en la que no saben qué hacer con su propia vida, individual y colectiva." Entrevista sobre el siglo XXI, Barcelona, Crítica, 2000, p. 218
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